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Obama pide a Bush ayuda urgente al sector del automóvil

El presidente electo promueve un plan de socorro a las grandes empresas

Antonio Caño

EE UU celebró ayer la fiesta nacional por los veteranos de guerra y Barack Obama interrumpió brevemente sus actividades para sumarse a ella. Pero las urgencias continúan hoy, y la primera que se ha marcado el presidente electo es intentar un acuerdo con el presidente en ejercicio, George W. Bush, para un plan de socorro de la industria del automóvil.

Estados Unidos celebró ayer la fiesta nacional por los veteranos de guerra y Barack Obama interrumpió brevemente sus actividades para sumarse a ella con un acto modesto y privado en Chicago. Pero las urgencias continúan hoy, y la primera que se ha marcado el presidente electo es intentar un acuerdo con el presidente en ejercicio, George W. Bush, para un plan de socorro de la industria del automóvil.

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Obama y Bush trataron el lunes sobre ese asunto en la Casa Blanca en el primer encuentro entre ambos desde las elecciones del pasado día 4. Según fuentes informadas sobre el contenido de la reunión citadas ayer por algunos periódicos estadounidenses, el presidente electo pidió a Bush su respaldo a la iniciativa de los demócratas en el Congreso para que parte de los 700.000 millones de dólares (550.000 millones de euros) aprobados en el plan de rescate del mes pasado sean destinados a sostener a las tres grandes empresas automovilísticas del país, que lo han solicitado ansiosamente.

El presidente en ejercicio, que ha sido hasta ahora reacio a la inclusión de las tres grandes de Detroit -General Motors, Ford y Chrysler- en ese plan, parece estar dispuesto a darle luz verde, según las fuentes mencionadas, si los demócratas aceptan a cambio la aprobación del tratado de libre comercio con Colombia, que, junto con los de Panamá y Corea del Sur, está actualmente bloqueado en el Capitolio. [La Casa Blanca negó que exista una relación entre ambos asuntos, informa Reuters].

El tratado con Colombia es una piedra angular de la política exterior de Bush. Representa no sólo la fe del actual presidente en el libre comercio, sino un premio a un Gobierno que es el mejor aliado de Estados Unidos en América Latina y a un presidente, Álvaro Uribe, a quien Bush puede llamar, sin equivocarse, un amigo.

La aprobación del acuerdo con Colombia le permitiría a Bush retirarse con un pequeño éxito en la mano. Pero no va a ser fácil que lo consiga. La resistencia en el Congreso es muy fuerte. Por un lado, de los que representan los intereses de las organizaciones sindicales, que se quejan de las condiciones laborales y de la persecución de los activistas sindicales en aquel país suramericano. Por otro, de las organizaciones de derechos humanos, preocupadas por la relativa impunidad con que operan los paramilitares colombianos. Y, por último, de los grupos ecologistas, que marcan estándares difíciles de alcanzar para cualquier país no plenamente desarrollado.

Obama se ha opuesto durante la campaña a la firma de ese tratado y, aunque será uno de los asuntos que tendrá que revisar pronto, no parece que cambie de posición en los próximos días.

Los demócratas creen, además, que no necesitan hacer esa concesión para que Bush respalde la ayuda al automóvil. Las tres grandes compañías del sector han advertido que su caída significaría, entre otras muchas calamidades, la pérdida de tres millones de puestos de trabajo y una reducción de los ingresos fiscales del Estado de más de 150.000 millones de dólares. El Congreso confía en que Bush no querrá dejar la Casa Blanca con un panorama así y acabará aceptando la inyección de dinero público en las empresas que un día fueron emblema del desarrollo norteamericano.

Todo esto -incluido el propósito demócrata de aprobar cuanto antes unas medidas para estimular la actividad económica- está, no obstante, en una fase de cálculo y negociación que puede prolongarse todavía días o semanas. Incluso puede que no se encuentre ninguna solución antes de que Obama llegue a la presidencia, el 20 de enero.

Obama no quiere aparecer inactivo ante los sectores, como el del automóvil, que le piden acciones urgentes, pero tampoco quiere ser demasiado intervencionista en un periodo en el que la Constitución marca que no es él quien gobierna.

Esa voluntad se extiende a todos los campos. El que será portavoz de Obama en la Casa Blanca, Robert Gibbs, anunció ayer que el presidente electo no tiene intención de participar en la cumbre económica convocada en Washington para el próximo sábado 15, ni tiene previsto recibir a ninguno de los participantes.

"Está muy interesado en esa reunión y cree que fue una buena idea convocarla, pero EE UU sólo tiene un presidente y nosotros estaremos informados sobre el desarrollo de los debates pero no participaremos", dijo Gibbs a los periodistas. Sólo admitió la "posibilidad" de que acudan algunos asesores de Obama.

Obama y la veterana de Irak Tammy Duckworth, tras un acto en Chicago.
Obama y la veterana de Irak Tammy Duckworth, tras un acto en Chicago.EFE

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