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Columna
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El péndulo contradictorio

Contemplar a Ibarretxe en un túnel, aunque sea el de Larraskitu y no el de la autodeterminación, no es la mejor y más optimista imagen que se puede imaginar para un candidato ante las próximas elecciones, por muchos referentes oteicianos que tenga lo del túnel. Tiene otro simbolismo la imagen buscada por Patxi López ese mismo día al fotografiarse ante el puente del AVE en la localidad alavesa de Luko. Quizá pretendía reforzar con ella su discurso, dirigido todo el tiempo a propugnar el establecimiento de puentes entre las orillas de esta desarticulada sociedad nuestra. Tanto Patxi López como Basagoiti están en buena línea de precampaña, lo que se aprecia por las contestaciones tan groseras que reciben del nacionalismo.

A lo mejor acaba el PNV inventando un péndulo doble, que cosas más raras he visto

En lo político, la cosa funciona; por lo menos hasta que los bárbaros invadan la rica y egoísta Euskal Herria en la que nos hemos convertido, donde se dice que la crisis no llega hasta que se haya cebado en el resto de España. Se acabó la aventura de hablar con los malos y el Estatuto vuelve a ser celebrado y reivindicado. Por el contrario, la protesta anunciada en la fecha del referéndum frustrado se queda en una original manifestación sólo apreciable a vista de helicóptero y hecha un poco por despecho, porque algo hay que hacer ante tanta opresión que nos niega el derecho a decidir.

Y es que la cosa funciona, y nadie se cree que estemos en un proceso hacia la ruptura cuando el PNV se convierte en una formación clave para la estabilidad política de España aprobando los Presupuestos Generales del Estado, aunque haya puesto un buen precio por su apoyo. El PNV que ha votado los presupuestos de ese mismo Estado español opresor que nos niega el derecho a decidir cree menos en la autodeterminación que yo.

¿Se han dado ustedes cuenta de que el péndulo patriótico del PNV -ése por el que en una época va un lado al otro: primero de moderado y al cabo de un tiempo de radical, y vuelta a empezar- ha superado la barrera del tiempo y del espacio y puede ser a la vez radical y moderado, haciendo saltar la teoría política de la relatividad? ¿Se han dado cuenta? Todo eso hasta que los péndulos choquen. Pero, mientras tanto, se puede poner una vela al Gobierno español y otra al mundo de ETA.

Habrá un sector del electorado que le vea su aspecto responsable y de orden, y habrá otro electorado que lo apoye precisamente por ser irresponsable y de desorden. Mientras funcione la cosa sin grave quebranto, todo son ventajas. O a lo mejor acaba el PNV inventando un péndulo doble, que cosas más raras he visto en esta Euskadi de los milagros.

Pero, no, las consecuencias de este comportamiento no pueden ser siempre ventajosas. Un comportamiento así no es muy de fiar, se llama oportunismo. Bien es verdad que, en el fondo, nadie quiere que el PNV se rompa -¿quién nos iba a aprobar los presupuestos?-, pero tampoco que sea como el dios Jano, con dos caras. Porque hasta la fecha los vascos, recios y nobles, sólo hemos tenido una cara. ¿O era una palabra? Lo cierto es que ni es bueno tener dos caras, la de Urkullu y la de Ibarretxe; ni dos palabras, la de la aprobación de los presupuestos y la de la ruptura con la legalidad.

Uno está muy mayor para creérselo todo. Al final, la cuestión es el poder, y la contradicción se resolverá, mesianismos aparte, por el lado que más votos dé.

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