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Gaiker coordina un proyecto europeo para usar nanoparticulas contra el cáncer

La tecnología permitiría reducir de forma drástica la dosis de fármacos

El centro de investigación vasco Gaiker-IK4 coordina el proyecto europeo Nanother, cuyo objetivo es poder encapsular fármacos contra el cáncer en nanopartículas (un nanómetro equivale a la milmillonésima parte de un metro) capaces de localizar el tumor y combatirlo. La iniciativa, presentada ayer en las instalaciones de Gaiker en el Parque Tecnológico de Zamudio, tendrá una duración de cuatro años y cuenta con un presupuesto de 11 millones de euros. La UE aportará 8,5 millones y el resto será abonado por los 18 centros científicos (de diversos países europeos e Israel) que participan en el proyecto. El CIC Biogune y la empresa farmacéutica Pharmamar son los otros dos organismos vascos implicados en el consorcio.

"Es un proceso muy largo y con riesgos", recuerdan sus responsables
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El proyecto se valdrá de los avances en nanotecnología para reducir drásticamente la dosis del fármaco y administrárselo al paciente (aún no se sabe si por vía oral o inyectada) de manera que sólo actúe sobre las células tumorales. Este método podría sustituir a la quimioterapia y la radioterapia, que no tienen la capacidad de actuar de manera selectiva, lo que obliga a aplicar grandes dosis a través del torrente sanguíneo que matan a todo tipo de células que encuentran a su paso.

"Las nanopartículas serán capaces de detectar las células tumorales, y actuar sólo sobre ellas", explica Pedro Heredia, investigador del área de Biotecnología de Gaiker y responsable del proyecto. De esa manera, unas dosis mínimas y selectivas pueden eliminar los efectos secundarios, el principal problema que presentan la quimioterapia y la radioterapia.

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Las investigaciones comenzaron el pasado mes de septiembre, por lo que el proyecto se encuentra en su fase inicial. El equipo se está centrando en investigar sobre los tipos de cáncer con mayor índice de mortalidad: el de mama, el de colon y la metástasis de células tumorales a estructuras óseas. Las nanopartículas contendrán una dosis de un fármaco cuya eficacia para combatir el cáncer se haya demostrado y unos anticuerpos, moléculas capaces de reconocer las proteínas que contienen las células tumorales. "Las células sanas no tienen esas proteínas, por lo que la droga no actuará sobre ellas", precisa. La principal complejidad para lograrlo, añade, es poder combinar tecnologías (bioquímica, biotecnología, biología celular) que por separado se hallan muy desarrolladas, para sintetizar las nanopartículas. El cometido de Gaiker es analizar su toxicidad sobre el organismo.

El grupo se dedica a estudiar el desarrollo de dos tipos de nanopartículas: las poliméricas y las magnéticas. La diferencia es que las segundas permiten además desencadenar unos aumentos de temperatura localizados (proceso que se denomina hipertemia) que mejorarían la eficacia del fármaco. Sin embargo, se trata de sustancias tóxicas, por lo que deberán ir cubiertas por un polímero. "Se pretende desarrollar los dos tipos. No sabemos cuál funcionará mejor", aclara Heredia. El proceso también podría permitir diagnosticar la enfermedad, encapsulando una sustancia fosforescente que permita a los médicos visualizar dónde se encuentra el tumor.

Expectación y prudencia

Pedro Heredia, responsable del proyecto en Gaiker, se muestra "muy esperanzado con que llegue a ser "una nueva vía para atacar el cáncer", pero llama a la paciencia y a no crear falsas expectativas. "Es un proceso muy largo y con riesgos", alerta. Si en cuatro años finaliza con éxito la fase de investigación, aún quedará un largo recorrido para testar el fármaco en animales y personas. Hará falta al menos una década para pensar en aplicaciones clínicas. El consorcio no se ha planteado aún si el hallazgo se podrá extender a otros tipos de cáncer ni si será efectivo en estadios más avanzados.

Edurne Berra es una de las científicas de CIC Biogune implicadas en el proyecto. Su cometido es introducir códigos de ARN (implicados en la síntesis de las proteínas) en las nanopartículas para "asfixiar los tumores y evitar su progresión". Como Heredia, no esconde su entusiasmo con el proyecto: "Creo que tiene muchas posibilidades, porque supone una doble vertiente de diagnóstico y terapia. Permitirá aplicar dosis menos tóxicas y es un gran avance lograr ser capaces de dar la dirección a las drogas, de manera que lleguen directamente al tumor", recalca.

La comunidad científica ha acogido el proyecto con expectación, pero también con prudencia. El químico de la Universidad del País Vasco Fernando Cossío y Guillermo López Vivanco, oncólogo del Hospital de Cruces, coinciden en calificarlo como "ambicioso e interesante". Destacan, sobre todo, que el hallazgo permitiría medicar de forma selectiva. "En términos coloquiales, no regaríamos todo el organismo de fármaco, sino sólo la zona de células tumorales. Ojalá coseche resultados", espera López Vivanco. Cossío, promotor de la empresa Ikerchem, que introduce avances químicos en la industria farmacéutica y biotecnológica, recuerda que hacen falta unos 14 años de media para que un fármaco llegue al mercado.

El oncólogo añade que hubo un intento anterior a principios de los noventa de unir un anticuerpo a una sustancia química que libere un médicamente. "Suscitó mucho interés, pero no se pudo probar su eficacia. Esperemos que no pase lo mismo, pero pasar de los cultivos en laboratorio a testarlo en humanos es un salto muy importante que no siempre resulta", concluye.

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