Pólvora en salvas
Gracias al acuerdo alcanzado con los nacionalistas vascos y gallegos, el Gobierno superará hoy la decisiva votación de totalidad sobre los Presupuestos Generales del Estado. Mediante ese pacto, Zapatero evita la que hubiese constituido su mayor derrota política en los cinco años que lleva al frente del Ejecutivo: la devolución de los Presupuestos al Gobierno y la inevitable prórroga de los anteriores, pensados para una situación muy diferente a la que vive hoy nuestro país. Al mismo tiempo, el Gobierno evita proyectar esa temida imagen de soledad y aislamiento, cuyas devastadoras consecuencias políticas y electorales ha comprobado ya el PP en la pasada legislatura.
Por su parte, el PNV y el Bloque consiguen diversas contrapartidas para sus respectivas comunidades autónomas que, en el caso de Galicia, se concretan en 125 millones de euros adicionales a los 2.020 millones contemplados en el proyecto gubernamental, el traspaso de competencias ya comprometidas y la formación de una subcomisión de seguimiento de las infraestructuras gallegas. Naturalmente, los dirigentes del BNG han puesto en marcha todos los medios a su alcance para rentabilizar el papel jugado por sus dos diputados en Madrid.
El BNG gastó sus triunfos en una partida secundaria y se olvidó de la financiación autonómica
Con toda legitimidad, dicho sea de paso. Y, sin duda alguna, han conseguido un importante eco que, con unas elecciones autonómicas en puertas, ha reforzado su imagen de fuerza política útil para Galicia y, al mismo tiempo, de partido responsable, capaz de garantizar la estabilidad en un momento de crisis muy delicada.
Sin embargo, creo que el BNG ha desaprovechado una ocasión única, quizá irrepetible, para lograr algunas contrapartidas (criterios de financiación autonómica, por ejemplo) que son decisivas para configurar el futuro de Galicia y la eficacia de su autogobierno. En cierta medida, el Bloque, acuciado por las necesidades electorales inmediatas, ha gastado la pólvora en salvas. En efecto, en los próximos meses está previsto aprobar el nuevo sistema de financiación autonómica que, tras la reforma de varios estatutos, configurará en gran medida la nueva fase del Estado autonómico.
Pues bien, en las complejas negociaciones entre el Gobierno y las diferentes comunidades sobre este crucial asunto (tanto en las que se realicen de forma bilateral como en las de carácter multilateral en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera), Galicia encontrará enormes dificultades para defender sus legítimos intereses. En primer lugar, el Estado dispondrá de menos recursos debido a la crisis económica; en segundo, determinadas comunidades como Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña han presentado ya propuestas que de prosperar tendrán efectos muy negativos para nuestros intereses. Y no conviene olvidar que estas comunidades tienen un peso demográfico(electoral) muy superior al nuestro y, desde luego, mucho mayor peso económico, y cuentan, además, con el respaldo legal que la reforma de sus Estatutos confiere a sus demandas, algo de lo que carece Galicia porque sus fuerzas políticas han sido incapaces de reformar nuestra Ley Fundamental en la pasada legislatura.
Así las cosas, convendría que el BNG explicase convincentemente, evitando en lo posible la insoportable retórica electoralista, por qué gastó sus principales triunfos en una partida evidentemente secundaria. Será muy difícil que se repita, si es que se repite, una situación en la que el Bloque disponga de capacidad para condicionar decisivamente nada menos que los Presupuestos del Estado. Por eso, sería muy ilustrativo que los dirigentes nacionalistas explicaran por qué no utilizaron el enorme poder de negociación que una coyuntura excepcional había puesto en sus manos, renunciando a arrancar al Gobierno algunos compromisos básicos que garantizasen un modelo de financiación ajustado a las necesidades y peculiaridades de Galicia.
Cuando en la negociación financiera surjan graves problemas para la defensa de nuestros intereses, mucho me temo que algunos dirigentes tendrán que dar más de una explicación. Lamentablemente, como en tantas otras ocasiones, en este asunto hay más ruido que nueces.
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