Ryanair prolonga su comedia sobre el cierre de su base en Valencia
La empresa vuelve a aplazar el ultimátum para que la Generalitat le dé ayudas
El lunes, tres meses después de su primera amenaza, Ryanair comunicó que daba cinco días de plazo a la Generalitat para responder a su petición de ayuda económica; de lo contrario, se marcharía del aeropuerto de Manises. El jueves, la aerolínea de bajo coste recordó que al día siguiente, a las seis de la tarde, vencía el ultimátum. Ayer, a la hora fijada, la compañía anunció... que la semana que viene decidirá el futuro de su base en Valencia. Esa medida supondría un drástico recorte en las conexiones baratas de la ciudad con Europa (la aerolínea volaba hasta ayer a 15 destinos desde Manises), al menos hasta que otra ocupase su lugar.
La aerolínea quiere el mismo trato que Air Nostrum ganó en un concurso público
El bajo coste ha hecho despegar el turismo en la ciudad de Valencia
La comedia valenciana de Ryanair no es una novedad a la vista de su historial de acciones publicitarias polémicas. Pero tiene un objetivo. La empresa dirigida por Michael O'Leary persigue conseguir del Consell un trato similar al de Air Nostrum, que recibe dinero público a cambio de la promoción de la Comunidad Valenciana a través de su flota. Pero entre los dos casos hay una diferencia clave: Air Nostrum (aerolínea de capital local) ganó un concurso público, al que sólo se presentó ella, para dos años, que volverá a ser convocado para el periodo 2010-2011.
La Generalitat ha aconsejado repetidamente a Ryanair que espere a que se abra el concurso. Le ha ofrecido, asegura la Consejería de Turismo, compartir campañas de promoción específica que respeten la "legalidad" y la libre competencia. ¿Por ejemplo? Si la aerolínea de bajo coste, pongamos por caso, encuentra problemas para llenar los aviones de la ruta Milán-Valencia, el Consell está dispuesto a desarrollar campañas de promoción de Valencia y su comunidad autónoma en la ciudad italiana, que fomenten el turismo a la zona e, indirectamente, un aumento en el número de pasajeros de la compañía.
"Sabemos que si finalmente cierran la base, será impopular", decía ayer un portavoz de Turismo, "pero tenemos que ser responsables". Entre otras cosas, añadía, porque en caso de ceder con Ryanair el resto de compañías que operan en Manises se pondrían a la cola con bastantes argumentos.
Así las cosas, la consejería vivió ayer un día movido, con contactos continuos con la aerolínea con base en Dublín. A mediodía, Vicente Rambla, vicepresidente primero y portavoz del Gobierno valenciano, confiaba en que se llegaría a un acuerdo para mantener abierta la base. Pero rechazaba "la vía de la imposición" y las "amenazas". A última hora de la tarde, cuando Ryanair volvió a aplazar su ultimátum, Turismo prefirió no decir cuál había sido su última oferta para no entorpecer "las negociaciones". Lo cual no permitía descartar que hubiese abierto un poco más la mano.
La compañía ya suspendió 504 vuelos que tenía previsto operar desde Valencia entre el 4 de noviembre y el 19 de diciembre. Los efectos de lo que fue, en parte, una medida de presión se pueden comprobar ya con sólo intentar comprar un billete para esas fechas. Pero no conviene descartar otras razones, que ayudan a entender la agresividad demostrada por Ryanair: a finales de julio se supo que los beneficios del gigante del bajo coste habían caído un 85% entre abril y junio respecto al mismo periodo de 2007.
El cierre de la base impedirá a los valencianos volar con los precios y la facilidad con que lo han hecho en el último año. Pero más impacto tendría para el turismo de la ciudad, un destino emergente que ha visto crecer rápidamente el número de visitantes europeos, como ha admitido la patronal del sector. En 2007, la mitad de los turistas extranjeros llegaron a la comunidad autónoma en líneas de bajo coste.
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