Citizenship y derechos humanos
La nueva asignatura que se debe introducir en la ESO ha chocado con la voluntad de la Consejería de Educación. El conseller ha opinado que Educación para la Ciudadanía, en claro desafío al gobierno socialista, se debe de dar en inglés y denominar Education for Citizenship and Human Rights.
Este estrafalario sinsentido se comprende en toda su dimensión cuando sabemos que los alumnos no saben inglés, que el profesorado en general no tiene el suficiente alto nivel de dominio de esta lengua para poder impartirla y que la consejería no dispone del suficiente dinero como para enviar a todos los centros profesores que dominen la lengua inglesa (nativos en su mayoría). Y, por si fuera poco, esta consejería tiene muchas deudas precisamente con el apartado de Educación, entre otros.
Y aunque existiera el suficiente dinero sería imposible lanzar a los alumnos a que recibieran no una clase de inglés, sino una clase en inglés, ya que esto supone haber llegado a un importante grado de conocimiento que solo puede alcanzarse habiendo introducido este idioma a lo largo de todos los cursos de la ESO y con varias horas por semana. Es, pues, una ocurrencia repentina que nos llevaría a la carcajada colectiva si no fuera por las consecuencias en las que desemboca todo este asunto. ¿Por qué, si de verdad se quiere que los alumnos aprendan y sepan el inglés -cosa cada vez más necesaria, dicho sea de paso-, no se introduce como asignatura de una manera seria y escalonada? Pero al conseller esto le da igual, no es lo que pretende, sino sencillamente, como he dicho antes, oponerse al gobierno socialista y degradar esta nueva asignatura sin importarle la confusión que origina. En realidad, mucho me temo que también subsista en esta decisión, y de manera importante, una mezcla de desconocimiento y aversión al núcleo de la nueva asignatura y forzar a su desaparición por medio de una especie de chiste lleno de desfachatez. Nos preguntamos si sabrá bien, de manera consistente, qué es ser ciudadano y los derechos y obligaciones que comporta.
Y si la cosa es así, ¿no es esto una propuesta profundamente antipedagógica surgida precisamente de la propia consejería que tiene la obligación de velar por la calidad de la educación (colegios edificados y no barracones, número de centros, aulas, suficiente profesorado, número de alumnos por profesor, coherencia del cuerpo de asignaturas, etc.)? Es por ello que esta patochada irracional no tiene ninguna gracia e indica el nivel de sabiduría y de preparación de algunos de nuestros políticos locales, precisamente los que deben de velar por una buena docencia.
Alumnos y profesores salen perjudicados, pero mientras los primeros no se dan bien cuenta de este desvarío dictatorial, los profesores son muy conscientes de ello. Muchos de ellos se han rebelado, así como no pocos directores de centro, y optan por lo único sensato y posible, impartir la asignatura o bien en castellano o bien en valenciano al igual que el resto de las otras materias.
La consejería no cede. Y no enmienda (lo cual no debe de extrañarnos, ya que según el viejo dicho "enmendar es de sabios"). Muy al contrario, profundiza en su grotesca extravagancia enviando a todos los inspectores para que vigilen el cumplimiento de su delirio. Y la cosa no termina aquí. El señor Font de Mora, haciendo gala de su poder y naufragando en su ceremonia de la confusión, ha amenazado con expedientar a los profesores, directores de centro e inspectores "rebeldes".
No obstante, la sociedad, los ciudadanos, los citizen por ponernos a tono, parece ser que están reaccionando: circula por ahí más de un respiro de adhesiones y solidaridades hacia uno de los cuerpos más dignos y necesarios de nuestra cultura: los profesores. Es ahí, con ellos, durante los primeros estudios, antes de la universidad o de cualquier enseñanza de grado superior, cuando con más provecho se potencia el saber, la curiosidad, las amistades y los sentimientos. Donde se ponen los cimientos de un buen aprendizaje y se forman en gran medida los hombres y las mujeres del mañana. Sabemos de todo esto, de la gran importancia y trascendencia de los primeros estudios e igualmente sabemos que el futuro se construye, siempre, a partir del ahora.
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