Sin ánimo de puntualizar

Santos Juliá escribe una carta al director, publicada el 14 de octubre de 2008, en la que utiliza expresiones de grueso calibre para disentir de mi artículo No se puede enterrar el olvido, publicado en ese diario el pasado día 8.

Afirmo en mi artículo que el historiador mantiene que la asonada o rebelión militar se produjo, por lo menos en parte, para frenar la revolución proletaria. Mi afirmación se basaba en lo que Santos Juliá había escrito al realizar la crítica de un libro colectivo, Derecho y Memoria Histórica, coeditado por Rafael Escudero y por mí (Babelia, 26 de abril de 2008). Transcribo una parte del texto: "La definición histórica y conceptual de tal violencia no puede someterse a la exigencia actual de construir y canonizar una memoria antifascista. Si en lugar de 'alzamiento fascista', Greppi hubiera calificado los hechos de julio como lo que fueron jurídica y políticamente, es decir, como rebelión militar, no definiría lo ocurrido en zona republicana como violencia antifascista, sino como lo que fue: violencia revolucionaria. En aquellos días de julio, la CNT y la FAI, el POUM y una importante facción de la UGT y del PSOE no estaban interesados en el antifascismo ni en la defensa de la República, sino en la revolución obrera y campesina. ¿Qué hacemos, pues, con la memoria revolucionaria? ¿Sumergirla, diluirla, en una sobrevenida memoria antifascista?".

Los lectores sabrán valorar si mi afirmación era disparatada o fuera de lugar.