Gane con su candidato

Un banco online portugués, el Best, recientemente adquirido por el grupo Espirito Santo, uno de los principales del país, ha lanzado un novedoso producto financiero que relaciona el interés a pagar con el resultado de las elecciones norteamericanas.

Se trata de depósitos a plazo en los que el depositario apuesta por Barack Obama o John McCain como futuro presidente de EE UU. Los que acierten recibirán una remuneración del 8% y los que fallen en su pronóstico, sólo el 2%. Los autores de la idea cuentan probablemente con que las apuestas se equilibren, de modo que el resultado sea una remuneración media del 5%.

Es una paradoja llamativa que cuando tanto se esfuerzan las autoridades de todos los países por limitar la incertidumbre asociada a la crisis, invirtiendo grandes cantidades de dinero en asegurar los depósitos bancarios para que no cunda el pánico, a alguien se le ocurra atraer ahorradores con un factor adicional de incertidumbre, como es por definición el nombre del ganador de los comicios que se celebrarán el primer martes de noviembre.

Los inventores del producto ¿habrán hecho cálculos del riesgo estadístico como los que realizan los actuarios para fijar la prima de un seguro?

Si es así, habrán comprobado el alto grado de incertidumbre de gran parte de las elecciones americanas, pero también la tendencia a largo plazo a equilibrar victorias y derrotas: en las 25 elecciones celebradas en los últimos 100 años, los republicanos vencieron en 13 y los demócratas en 12: un resultado similar al que se habría obtenido dejando la decisión al azar: por ejemplo, lanzando 25 veces una moneda al aire.

Pero es posible que haya una intención más sutil: combinar el azar y la necesidad como incentivo para que los ahorradores inviertan en esos fondos a plazo (a 60 días).

Es bien sabido que en periodos de crisis la gente participa más en la lotería y demás juegos de azar. En este caso, la suerte es un elemento de la apuesta, pero se plantea de manera que los depositarios crean (como los que hacen tradicionales quinielas) que si aciertan no será por casualidad, sino por su sagacidad; que se merecen, en suma, un interés del 8% por su buen olfato político. No hay incentivo más poderoso.