Paladar redondo

Es gratificante y alentador comprobar cómo, pese a los desconciertos provocados por modas y críticas, las bodegas asentadas en un proyecto de calidad siguen ofreciendo vinos magistrales como en sus inicios. Es el caso de Marqués de Cáceres, una de las bodegas comerciales más agresivas de La Rioja, pero también de las más rigurosas. Gaudium fue la respuesta acertada a los vinos de

alta expresión; MC, a la tendencia más asequible de esta misma y más que discutible categoría. Pero, me van a perdonar, la grandeza de esta bodega ejemplar sigue estando en sus magistrales tintos gran reserva.

Hace más de una década comenté que Marqués de Cáceres tenía en su gran reserva del 89 un vino portentoso, capaz de romper esquemas y relativizar criterios. Entonces, en La Rioja, la revolución del color estaba iniciándose, y la vanguardia enológica apenas si apuntaba. Pero ya Enrique Forner sabía que la gloria es efímera si la base del vino no es sólida. Luego ha ido repitiendo magisterio hasta alcanzar en este 2001 la cima. Porque aquí están los atributos históricos, pero adaptados a los avances vitivinícolas. Éste es un vino que te sale al encuentro con un complejo buqué de frutillos silvestres maduros bañados en especias. Y la noble madera armando su elegante fragancia. Para culminar en un paladar redondo y amplio, con intensos retronasales donde vuelve el perfil aromático de la madera perfumada y la fruta en compota.