"Tengo un saludable escepticismo con el género documental"
Algo tiene que haber en el suelo de Portland (Oregón) que convierte al lugar en fértil cuna de heterodoxos talentos de la animación: de ahí son Matt Groening -el padre de Los Simpson-, Bill Plympton -cuyo último largo, Idiots and angels, se ha proyectado en Animadrid- y Will Vinton, el alquimista de la arcilla al que el mismo festival tributa un homenaje a su carrera. En sus años de aprendizaje, Vinton trabajó a las órdenes del padre de Groening, Homer, que regentaba una agencia publicitaria. "Homer era un Benny Hill existencialista".
Vinton se formó en el revolucionado campus de Berkeley en plena emergencia de la contracultura de los sesenta: "Para mí fue un auténtico shock cultural y no pude resistirme a rodar imágenes de las protestas estudiantiles o del asedio de la guardia nacional. Buena parte del material ha sido empleado en documentales de referencia. No tardé en desarrollar un saludable escepticismo acerca del género documental: creo que, en el fondo, siempre se trata de contar una mentira, de presentar tu punto de vista como un hecho. Por eso, decidí centrarme en el cine de ficción y en el perfeccionamiento de la animación con modelos de arcilla o plastilina".
A los 26 años recibió un oscar por su cortometraje Closed mondays (1975) -centrado en la alucinada visita de un borracho en una exposición de arte- y después vinieron otras cinco candidaturas: "El segundo oscar siempre me ha esquivado". De todos modos, Vinton tiene su lugar en la historia de la animación por haber creado la claymation. "En la claymation hay que esculpir cada mínimo movimiento sobre la figura. El resultado es mucho más fluido, pero también resulta tremendamente laborioso y caro", señala Vinton, director de la única película realizada con dicha técnica: The adventures of Mark Twain.
Los personajes más famosos de Vinton surgieron de un encargo publicitario: las Pasas de California, formación de dinámicas uvas secas animadas al ritmo de la Motown. "Un día me llamó Michael Jackson", recuerda Vinton, "y al rato me di cuenta de que deseaba que diseñáramos una pasa inspirada en él. Lo hicimos: creó una coreografía y puso la voz gratis, por el placer de hacerlo". La interacción entre claymation y animación digital centra ahora la labor de Vinton, cerrando el círculo: "La animación puede ser tan hiperrealista que también sirve para engañarnos y suplantar la realidad. El espectador tiene que estar en guardia".
Babelia
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