Un cúmulo de despropósitos
El Espanyol y los 'mossos' declinan asumir la responsabilidad de los graves incidentes provocados por los radicales del Barça en Montjuïc y que supusieron la suspensión temporal del partido y cinco detenidos
Perseguidos en el Camp Nou, los Boixos Nois encontraron refugio en Montjuïc para reventar el derby barcelonés con una actuación tan incendiaria que dejó en fuera de juego a los clubes y a la Administración. Menos de 500 vándalos se bastaron para provocar el pánico. Aunque de forma intermitente, la violencia siempre reaparece en el fútbol con virulencia y miseria, incluso cuando los partidos son declarados de alto riesgo.
La cadena de sucesos resulta tan sencilla como dramática: los radicales del Barça se citan por Internet en su página web y se reúnen alrededor del estadio sin necesidad de pasar por taquilla, como si fueran al cine, porque les basta con depositar el dinero de las entradas en una cuenta corriente; los mossos les acompañan hasta la puerta sin que se sepa muy bien cuándo pueden intervenir después de que la explosión de decenas de bengalas no merezcan respuesta, como si su mayor preocupación fuera traspasar el problema al club anfitrión; los radicales franquean la puerta en estampida, sin opciones para el cacheo, y su tutela pasa a ser responsabilidad del Espanyol, que les sitúa en una zona reservada, como si la solución estuviera en el alejamiento y no en la custodia porque, al cabo, son hinchas del equipo rival y, además, el estadio pertenece al Ayuntamiento, que algo tendrá que decir; y al final aparece de forma sorprendente el fuego desde una bolsa. Las bengalas cruzan impunemente la grada hasta alcanzar a los aficionados, que huyen hacia la cancha y provocan la suspensión del partido mientras los directivos se cruzan acusaciones ante las autoridades.
Afortunadamente, el derby se pudo reanudar y, a diferencia de 1992, cuando una bengala mató a un niño, esta vez no hubo heridos. La alegría de los jugadores que celebraron el triunfo ante los radicales metió al Barça en el fango para que nadie quedara a salvo en un día de despropósitos. Unos y otros se pasaron el balón y el fútbol se quedó sin respuesta. A falta de un marco común, de una ley que tenga a buen recaudo a los infractores, nadie se anticipó a la jugada.
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