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La carrera hacia la Casa Blanca

Obama y McCain piden más control del plan de rescate

Los candidatos convierten la crisis de Wall Street en el eje de la campaña

Mónica Ceberio Belaza

La debacle en Wall Street y la inevitable intervención gubernamental en el mercado financiero siguen ocupando el centro de la campaña electoral a la presidencia de EE UU. Los candidatos, que saben que la economía es prácticamente lo único que preocupa en estos momentos a los ciudadanos, se esforzaban ayer en demostrar que pueden hacerse cargo de una emergencia nacional mientras demócratas y republicanos discutían a marchas forzadas en el Congreso el plan del presidente, George W. Bush, de acudir al rescate del mercado con 700.000 millones de dólares (480.000 millones de euros).

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En el caso de John McCain, adaptarse a la nueva situación le ha exigido cambiar radicalmente de discurso sobre algunos puntos y reconocer que, en contra de lo que ha venido manteniendo hasta ahora, el país afronta una grave crisis.

Ambos candidatos están de acuerdo en dos cosas: en que el rescate es necesario para evitar una catástrofe y en que hacen falta mayores medidas de control sobre el dinero que el Gobierno va a utilizar para ayudar a las entidades con activos tóxicos. McCain dijo sentirse "profundamente incómodo" con la propuesta tal y como está planteada, por el enorme poder que deja sobre el secretario del Tesoro, Henry Paulson. Obama también defendió la necesidad de una mayor supervisión. Ninguno quiere dar la sensación de que va a permitir que las empresas que han provocado el colapso reciban el dinero sin más consecuencias. Ambos quieren transmitir la idea de que con ellos al mando nada así volverá a suceder.

Ciertas dosis de populismo, como es frecuente en campaña electoral, no han tardado en irrumpir. El republicano McCain, enemigo acérrimo de cualquier intervención en el mercado, según él mismo ha declarado en reiteradas ocasiones, ha propuesto ahora que ningún salario dentro de las empresas auxiliadas sea más alto que el de la persona mejor pagada en el Gobierno federal, que es el presidente de EE UU. Ha pasado de decir que "los fundamentos de la economía siguen siendo sólidos" -declaración que mantuvo después de la quiebra de Lehman Brothers y la crisis de la aseguradora AIG- a afirmar en la cadena NBC que Estados Unidos padece "la crisis más grave desde la II Guerra Mundial".

Obama, por su parte, insiste en que la intervención debe incluir planes para recuperar el dinero invertido, para proteger a las familias trabajadoras tanto como a las grandes instituciones financieras. "Este plan no puede ser sólo para Wall Street", señaló el aspirante demócrata en un mitin de campaña en Carolina del Norte. "Debe ser un plan para Main Street. Tenemos que ir juntos, como demócratas y republicanos, para aprobar un plan de estímulo que ponga dinero en las manos de las familias trabajadoras, salve trabajos y prevenga cortes en el presupuesto y escaladas de impuestos en nuestros Estados".

El senador demócrata por Ilinois también ha tenido sus devaneos populistas. Mientras John McCain hablaba de reducir los sueldos en las empresas, Obama le acusaba de jugar con la Seguridad Social y poner en peligro las pensiones. El candidato republicano, ante la falta de liquidez del sistema y una generación de baby boomers que se acerca a la jubilación, ha propuesto un plan que consistiría en transformar una porción de los impuestos de los contribuyentes en cuentas de ahorro que serían invertidas en el mercado de valores.

El plan afectaría sólo a los nacidos después de 1950, no a las personas que ya están retiradas, pero Obama no ha dejado escapar la oportunidad de relacionar directamente el plan de McCain con la crisis financiera actual. Dijo el sábado en un mitin en Florida que, con las ideas de su adversario, los jubilados hubieran perdido todo su dinero la semana pasada.

La crisis no ha hecho variar a los candidatos en un buen número de sus propuestas económicas. John McCain insiste, a pesar de lo sucedido y en contra de lo que mantienen la mayor parte de los analistas financieros, en que podrá bajar los impuestos. "Creo que a pesar de todo podremos ajustar el presupuesto con un buen control del gasto y crecimiento económico" dijo en una entrevista con la cadena NBC y el diario The New York Times. Barack Obama también declaró, ante los mismos medios, que seguiría adelante con su plan sanitario y con su intención de bajar los impuestos a las clases trabajadoras y subirlos a todos aquéllos que ganen más de 250.000 dólares al año.

El próximo viernes tendrá lugar el primer encuentro cara a cara entre los dos candidatos, en el que hablarán de política exterior y seguridad nacional. Pero ahora, lo único que les preocupa es la economía: convencer de que ellos son la solución para el bolsillo de los votantes y asegurarse de que su adversario no saque rédito electoral de la crisis.

Barack Obama, camino del aeropuerto de Chicago.
Barack Obama, camino del aeropuerto de Chicago.AFP

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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