"La educación en Estados Unidos es inquietante, cómica"
Nancy Huston es una canadiense anglófona afincada en París, que escribe casi siempre en francés, habla estupendamente alemán y toca maravillosamente el clavecín. Ha escrito un número importante de novelas, de libros para niños, de ensayos sobre temas en apariencia muy distintos -la obra de un escritor, la importancia del exilio, la pornografía, el fingimiento...- e incluso una obra de teatro.
Marcas de nacimiento, la novela con la que ganó el Premio Femina 2006, ha vendido 400.000 ejemplares en Francia y llega ahora a las librerías españolas de la mano de Salamandra. La obra tendrá, pese a todo, también su versión inglesa. "En Estados Unidos querían cortar algunos pasajes. Lo referente a la guerra en Irak les parecía inoportuno. Temían que el lector no aceptara mi punto de vista. Pero la situación cambia...", dice, contenta de no haber cedido a la petición del editor.
"Me interesa la transmisión de valores entre generaciones"
"La idea cristiana del pecado original es muy buena para someter al mundo"
El origen de Marcas de nacimiento está, como tantas veces, en otro libro. "Se trata de The german trauma, de Gita Sereny (2001), que explica la experiencia de los llamados Lebensborn, literalmente 'fuentes de vida', una organización destinada a proporcionar una raza de una arianidad totalmente pura al nazismo. Por ahí transitaban los niños polacos, ucranios o de otros países invadidos por los alemanes, a los que arrebataban a su familia para germanizarlos. Después de proceder a una larga serie de controles, destinados a garantizar la calidad racial, los seleccionados eran enviados a familias alemanas que habían perdido uno o más hijos en el frente. Sabía de la existencia de ese proyecto ordenado por Himmler, pero el libro de Sereny me empujó a escribir una ficción con origen en ese horror".
La novela tiene cuatro narradores y se despliega en el tiempo. Cada capítulo se remonta veinte años atrás, en una estructura plural que Huston ya ha utilizado en otros textos. Aquí comenzamos en el año 2004 y acabamos en 1944-1945. "Lo que me interesaba era la cuestión de la identidad, de la transmisión de valores entre generaciones o de interpretaciones del pasado, la herencia que cada uno asume y la que le ponen sobre sus espaldas". Quien abre el baile es Sol (Solomon), un chaval de seis años, estadounidense, admirador de Bush, que detesta a los árabes y que consulta vía Internet los más tremendos sitios con imágenes de torturas. "La manera en que son educados los niños hoy en EE UU es inquietante y cómica. Por un lado se les superprotege, con un nido familiar que les garantiza todo lo que necesitan y por otro se les hace sentir la violencia del mundo y de la sociedad de una manera muy cruda".
Adoptar el punto de vista de niños de seis años y zambullirse en la Historia para hacerla sentir desde el prisma de quiénes tienen esa edad en 2004, 1982, 1962 y 1944-1945 no debió ser fácil. "Resulta doloroso. Cuando escribes, necesitas ponerte en la piel de los personajes y estar durante varios meses en la de estos críos fue perturbador. Me parecía que perdía mi perspectiva de adulta. Luego me di cuenta de que el oficio de escritor te salva y te protege".
El trabajo previo de documentación permite sistematizar informaciones que tienden a perderse en las páginas de sucesos. Esos hechos aislados cobran sentido dentro de la ficción. "Supe de una clase de menores de diez años en Melbourne que había organizado su sex-club". Niega Huston que el libro suponga bucear en busca de un pecado original, que ese sea el sentido de su marcha atrás "La idea cristiana del pecado original", comenta, "de organizar una culpa eterna y que nunca se borra es muy buena para someter al mundo, pero no inspira el libro. No es lo mismo hablar de transmisión o herencia que hacerlo de pecado original. No hay una superdeterminación invencible".
Randall, padre de Sol, vive primero en Nueva York y luego en Haifa (Israel) cuando la matanza de Sabra y Chatila. En la escuela coincide, y se enamora, de una niña árabe que no puede perdonarle que sea judío. "El Estado de Israel se ha edificado en nombre del llamado derecho al retorno. Ha ocultado durante años que, en el momento de ese retorno, otras personas ocupaban el territorio. A su manera de niño, Randall comprende todo eso, pero luego, de adulto, lo olvida y opta por todos los prejuicios antiárabes". En Marcas de nacimiento tenemos distintos tipos de familia y de relación con ella: Erra es hija de una familia desconocida, la envían a una familia de adopción y ella acabará fabricándose otra sin lazos de sangre; Sadie, la madre de Randall vive con unos falsos abuelos hasta que su madre puede ocuparse de ella. Luego Sadie se interesará por los orígenes de su madre y se inventará una identidad judía para contrarrestar el horror nazi".
Marcas de nacimiento apareció casi a continuación de un ensayo sobre diversos autores (Schopenhauer, Cioran, Kertész, Bernhard, Kundera, Jelinek, Houellebecq) que ella califica de profesores de desesperación. "Hablo de desesperación y no de pesimismo. Yo también soy pesimista".
Babelia
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