Ike
El understatement, el muy británico recurso por el que se minimiza un hecho de importancia, suele quedar gracioso. Incluso en las circunstancias más atroces, incluso contra la voluntad de quien lo utiliza. Un caso extremo y célebre fue el de la primera locución radiofónica del emperador japonés Hirohito. El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos había lanzado una bomba atómica sobre Hiroshima. Tres días después, el 9 de agosto, una nueva bomba atómica cayó sobre Nagasaki. Ambas ciudades quedaron arrasadas. Entre 100.000 y 200.000 personas murieron en las acciones bélicas más devastadoras de todos los tiempos.
Hirohito, un dios-emperador al que sus súbditos no habían escuchado jamás, se decidió por fin a comunicarse personalmente con los japoneses. Se supone que sin querer, logró un brillantísimo understatement. Con el país en ruinas, con el ejército desesperado y con cientos de miles de cadáveres sin sepultar, Hirohito afirmó lo siguiente: "La situación de la guerra ha evolucionado en un sentido no necesariamente favorable a los intereses de Japón".
En determinados contextos, el understatement resulta implícito y "no necesariamente" apropiado. Un ejemplo, ayer mismo, en el informativo de mediodía de Televisión Española. El espacio arrancó con un accidente aéreo en los montes Urales, pero dedicó sus mayores titulares, y una intervención en directo de la enviada especial, al huracán Ike. El asunto no era para menos. Cuatro muertos por el momento, millones de personas sin acceso a la energía eléctrica, decenas de miles de evacuados y un acentuado pesimismo en torno a la isla de Galveston, frente a la costa de Tejas, hacia la que se dirigían los equipos de rescate. Los locutores adoptaron un tono inevitablemente lúgubre para hablar de Ike.
Pero luego venían los deportes. Concretamente el Gran Premio de motociclismo en Indianápolis, cuya emisión tenía prevista TVE. Existía la posibilidad de que el huracán Ike, aunque debilitado, dificultara las pruebas. Para entonces, Ike, que minutos antes parecía una muestra de la cólera divina, se había convertido en un simple inconveniente. El enviado especial a Indianápolis zanjó el tema con un sonriente desparpajo: "¡Esperemos que Ike no nos agüe la fiesta!". ¿Lo ven? No hay nada más relativo que una noticia.
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