Vivir mejor con menos

Es muy difícil encontrar una definición de "decrecimiento" en los manuales de economía al uso. Hasta cierto punto es normal, ya que es un concepto relativamente nuevo, de la década de los años setenta, y todavía muy cuestionado por los economistas "clásicos". Pero podemos encontrar una definición ajustada en una herramienta también joven, la Wikipedia: "El decrecimiento es una corriente de pensamiento político y económico favorable a la disminución regular de la producción económica con el objetivo de solucionar los problemas ambientales a los cuales se enfrenta la humanidad". El reto para la humanidad está en vivir mejor con menos.

Por esta razón, para muchos el término "decrecimiento" suena a desafío o a provocación, aunque sean conscientes de que un crecimiento infinito es incompatible con un mundo limitado. El objetivo del autor de esta obra -licenciado en ciencias políticas, filosofía y ciencias económicas, y profesor emérito de la Universidad de Paris-Sud (Orsay)- es demostrar que, aunque un cambio radical es una necesidad absoluta, optar voluntariamente por una sociedad del decrecimiento es una apuesta que vale la pena intentar para evitar un retroceso brutal y dramático.

Se trata de una propuesta necesaria para reabrir el espacio de la inventiva y de la creatividad del imaginario bloqueado por el totalitarismo economicista y desarrollista. Es evidente que dicha propuesta, como objetivo, es una subversión caricaturesca que consistiría en proclamar el decrecimiento por el decrecimiento. Este propósito sólo sería posible en una sociedad de decrecimiento, es decir, en el ámbito de un sistema basado en otra lógica.

Y queda lo más difícil: ¿cómo se puede construir una sociedad sostenible, también en el sur? Son necesarias diversas etapas: cambiar valores y conceptos, cambiar estructuras, relocalizar la economía y la vida, revisar los modos de uso de los productos, responder al desafío específico de los países del sur. Y finalmente, hay que asegurar la transición de la sociedad de crecimiento a la sociedad de decrecimiento con medidas apropiadas.

En concreto, Serge Latouche propone medidas muy sencillas, y casi anodinas en apariencia, que son susceptibles de poner en marcha "círculos virtuosos del decrecimiento". Por ejemplo, reencontrar una huella ecológica igual o inferior a un planeta, es decir, una producción equivalente a la de los años sesenta y setenta; internalizar los costes del transporte; relocalizar las actividades; restaurar la agricultura agraria; transformar los beneficios de productividad en reducción del tiempo laboral y en creación de empleos; impulsar la producción de bienes relacionales; reducir el despilfarro de energía a un factor 4; penalizar los gastos en publicidad; decretar una moratoria sobre la innovación tecnológica; hacer un balance serio y reorientar la investigación científica y técnica en función de las nuevas aspiraciones.

En el núcleo de este programa se encuentra la internalización de las deseconomías externas (los daños engendrados por la actividad de un agente que hace recaer el coste sobre la colectividad). Así, por ejemplo, la internalización de los costes nucleares haría evidente su falta de rentabilidad.

La historia de este plan no tiene un futuro claro. Será necesario esperar a ver qué opinan las sociedades sobre el futuro que aguarda a sus hijos. Así que continuará... -