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Siria suspende las negociaciones con Israel a la espera del relevo de Olmert

Damasco también aguarda el resultado de las elecciones en EE UU para continuar

Se repite un episodio frecuente en Oriente Próximo: las trifulcas de la política interna israelí entorpecen las iniciativas diplomáticas que pugnan por forzar acuerdos de paz. El presidente sirio, Bachar el Asad, aprovechó la presencia en Damasco del mandatario francés, Nicolas Sarkozy, para anunciar la suspensión de la quinta ronda de negociaciones indirectas entre Israel y Siria, prevista para el domingo en su sede habitual, Estambul. El Asad lo tiene claro: el primer ministro Ehud Olmert, acorralado por escándalos de corrupción que le han obligado a anunciar su inminente dimisión, no está capacitado para dirigir ese proceso. "Estamos esperando a las elecciones en Israel para definir el futuro", afirmó el líder sirio.

El presidente sirio está superando el ostracismo con el respaldo de París
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El Asad aseguró que ha entregado a los mediadores turcos un documento en el que fija la posición inicial de Siria para el día en que se entablen negociaciones directas con Tel Aviv, ocho años después del último intento frustrado por pactar la paz. Damasco exige la devolución de la meseta del Golán, ocupada por el Ejército israelí en junio de 1967 y poblada hoy por más de 20.000 colonos judíos. Pero no sólo habrá que aguardar al desenredo de la situación política israelí. El Asad -tras conseguir que un líder occidental visitara oficialmente Damasco por primera vez desde el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri en febrero de 2005- también incidió en que la implicación de Washington es vital y, por tanto, deberá esperarse al desenlace de las elecciones en EE UU.

La razón principal del aplazamiento, explicó El Asad, radica en la dimisión del jefe de los negociadores israelíes, Yoram Turbowicz, que renunció en julio a su cargo después de que Olmert anunciara que abandonaría la Oficina del Primer Ministro tras la celebración de las elecciones primarias en su partido, Kadima, previstas para el 17 de este mes. El todavía jefe del Gobierno israelí es un cadáver político. Los miembros más prominentes de su Ejecutivo y aspirantes a sucederle -la responsable de la diplomacia, Tzipi Livni, y el titular de Defensa, Ehud Barak- dan la espalda, cuando no rechazan sin tapujos, sus iniciativas. No desean verse atenazados por decisiones de las que no son partícipes.

En Damasco se dieron cita ayer los líderes que han pergeñado un cambio sustancial en Oriente Próximo en los últimos meses: además de los presidentes sirio y francés, acudieron el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, fundamental en los tanteos diplomáticos entre Siria e Israel desde 2004, y el emir de Qatar, Hamad bin Jalifa al Thani, que ha jugado un papel decisivo para la estabilización de Líbano. Siria ha establecido relaciones diplomáticas con el Estado vecino, por primera vez en la historia desde la independencia del país, en 1943, y ayudado a superar el vacío político que aquejó a Líbano durante año y medio sin Gobierno, y seis meses sin presidente.

A El Asad se le ve exultante. El régimen sirio fue sometido a sanciones económicas por EE UU en 2004. El Asad fue humillado tras ser forzado por la ONU a retirar sus tropas de Líbano, país al que tuteló durante tres décadas, en abril de 2005. Fue castigado con la formación del tribunal internacional que deberá juzgar el magnicidio de Hariri. Y ha sufrido un cerco diplomático al que se han sumado numerosos países árabes que boicotearon en marzo la cumbre de la Liga Árabe por celebrarse en Damasco. Por no hablar del bombardeo de la aviación israelí de unas instalaciones nucleares en el norte de Siria en 2007.

Paulatinamente, y con el respaldo de París, que ha forzado un giro radical a la política aplicada por el ex presidente Jacques Chirac, el mandatario sirio está logrando superar el ostracismo a su régimen. "Asumimos la responsabilidad [para impulsar las negociaciones con Israel] porque somos conscientes de que ambas partes depositan sus esperanzas en nosotros. No permitiremos que se frustren", enfatizó Sarkozy, un declarado aliado de Israel.

El presidente sirio, Bachar el Asad, habla con su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, en Damasco.
El presidente sirio, Bachar el Asad, habla con su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, en Damasco.AP

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