Los productores reducen Intercitrus al mínimo como alternativa a la disolución

Intercitrus, la interprofesional citrícola española entró ayer en un coma inducido. Los productores, que bloquean desde julio la aprobación de los presupuestos (que requieren unanimidad) debido a su fuerte descontento con la entidad, ofrecieron una alternativa a la disolución, barajada hace mes y medio por el nuevo presidente de la interprofesional, Antonio Muñoz. La salida consistía en reducir "a mucho más de la mitad" los fondos ordinarios de Intercitrus (en torno a 300.000 euros, financiados casi completamente por la Generalitat), lo que obligará a recortar el número de empleados (hasta dejar a dos o tres), y a abandonar la "costosa" sede que ocupa en la calle de la Paz de Valencia.
Lejos queda la época en que la interprofesional gestionaba ocho millones de euros anuales para campañas publicitarias. Y lejos quedan también los tres millones de euros que la organización ha manejado este ejercicio con el mismo fin, provenientes de fondos europeos.
En su estrategia de presión hacia el resto de actores representados en la entidad, los productores, en protesta por la "absoluta miseria" en la que, aseguran, se encuentran los agricultores sin que la interprofesional acepte abordar cuestiones como los precios mínimos, forzaron el fin de las campañas publicitarias. Ayer dieron un paso más con su propuesta de tijeretazo al presupuesto, lo que dejará a Intercitrus en una situación de "stand by". La única razón por la que las organizaciones agrarias (AVA-ASAJA, la Unió de Llauradors, y UPA) no desconectaron la respiración asistida de Intercitrus, fue a la espera de "un milagro", comentaba ayer uno de sus representantes. Es decir, un cambio de postura de los sectores de la comercialización, la distribución y la industria que suponga atender las reivindicaciones de los agricultores. "Si sirviera realmente para algo", añadía, "Intercitrus necesitaría tener otra vez presupuesto".
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