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El Consistorio reduce la ayuda a domicilio para mayores

Decenas de personas se han quedado sin el servicio en agosto

A Pilar Ambite, de 80 años, se le ha complicado la vida. El Ayuntamiento acaba de dejarle sin el servicio de ayuda a domicilio. La trabajadora auxiliar ya no viene un par de horas por semana para ayudar en la limpieza. Como Ambite, decenas de mayores se han quedado sin la ayuda municipal en los distritos de Carabanchel y Moratalaz.

El Consistorio asegura que se trata de casos puntuales y que los trabajadores sociales son los responsables de ampliar o recortar las horas de ayuda.

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"Me llamaron por teléfono el 1 de agosto para decirme que suspendían el servicio y que no sabían si se restablecería en septiembre", asegura la mujer. La llamada era de Mapfre Quavitae, la empresa adjudicataria del servicio de atención a domicilio en cinco distritos. "Hemos llamado a usuarios para suspenderles la asistencia por orden del Ayuntamiento", reconocen desde la empresa. Este periódico intentó, reiteradamente y sin éxito, obtener la versión de algún portavoz de la compañía.

El servicio de ayuda a domicilio se divide en dos prestaciones: atención personal (representa el 70% de total de beneficiarios) y limpieza del hogar. Los mayores pagan por este servicio una cantidad proporcional (hasta 7,20 euros la hora) a la pensión que reciben. Hay 400 trabajadores sociales que evalúan cada seis meses a los cerca de 40.000 usuarios de esta ayuda, según Florencio Martín, director general de Mayores del Ayuntamiento.

Un informe del 12 de agosto firmado por la consejera técnica del distrito de Carabanchel, Beatriz Simón López, indica que "la suspensión de este servicio" se ha llevado a cabo para atender a "aquellas personas que durante el mes de agosto presenten necesidades urgentes o perentorias (por ejemplo, en hospitalizaciones de larga duración es habitual dar el alta temporal durante el mes de agosto)".

Ambite vive con su hija Esther, de 25 años, que tiene una minusvalía del 65% y sufre anorexia. "Es una preocupación más porque tengo que ducharla y estar pendiente de ella. Mis tareas se multiplican sin la ayuda de la auxiliar". Su hijo, David Prieto, solicitó el servicio a domicilio para su madre hace un año, cuando murió su padre.

Enfadado por la suspensión, David acudió al centro de atención a mayores de la calle de Zaida, en Carabanchel, donde le citaron con la asistente social para el 28 de agosto. "Es inadmisible que no avisen de la suspensión con 15 días de antelación. Tratan a los mayores como súbditos, y no como ciudadanos", denuncia.

"El hecho de que se hayan suspendido 40 o 50 casos no es significativo. El recorte sólo afecta a las personas que reciben dos horas semanales de ayuda", afirma Florencio Martín. Los ancianos que necesitan un apoyo mayor por su delicado estado de salud seguirán recibiendo el servicio como hasta ahora, afirma.

María Olmedo Díaz-Hellín, de 87 años, vive sola en una casa de Carabanchel. El 4 de agosto le comunicaron que la auxiliar que la atendía una vez a la semana no volvería a ayudarla por un periodo indefinido. "Es un fastidio enorme, porque tengo que hacerle todo. No puede salir de casa y, como mucho, pasa un trapito por la mesa del salón para quitar el polvo", relata su hija Margarita, de 60 años, que tiene una invalidez del 65%.

María se puso muy nerviosa al conocer la noticia, según cuenta su hija. Preocupada por el estado de su madre, Margarita consiguió reunirse la semana pasada, acompañada por Ángeles Álvarez, portavoz adjunta del PSOE en el Ayuntamiento, con la responsable de servicios sociales en la Junta de Carabanchel, Natividad Romero, y la jefa del servicio, Amparo Comas, para mostrarles su queja. En esta charla, Romero aseguró que había tomado esa decisión por falta de presupuesto y de personal, según Álvarez. Este periódico no pudo ayer contrastar esta versión con la de Romero y Comas, a las que intentó localizar sin éxito. "Únicamente la Concejalía de Servicios Sociales puede suspender la atención doméstica", afirma un portavoz del Ayuntamiento.

Después de la queja de Margarita, una nueva auxiliar fue al domicilio de su madre el pasado miércoles y, tras limpiar la casa, le dijo que se encargaría de ella durante este mes. Ayer, sin embargo, no recibió la asistencia. Extrañada, su hija llamó a la Junta de Carabanchel. La respuesta fue tajante. "La auxiliar no debió decirle eso. El servicio está suspendido".

La oposición está indignada. "Las personas mayores que tienen unas capacidades limitadas para desenvolverse están abandonadas desde el 1 de agosto", denuncia Ángeles Álvarez.

El Ayuntamiento mantiene una versión diferente del asunto. "Se están revisando los casos para dar cobertura a quien realmente lo necesita, y en absoluto es por falta de presupuesto o de personal", afirma Florencio Martín. "Es posible que algunos trabajadores sociales no hayan comunicado de forma correcta la suspensión, pero eso ha sucedido con pocas personas".

Rosario Rojas, de 46 años, también está preocupada por la decisión del Ayuntamiento de Madrid. Su madre, de 84 años, y su tía, de 81, viven juntas en la calle de Marqués de Vadillo. Ambas llevan cerca de ocho años recibiendo la ayuda a domicilio. La mayor tiene una minusvalía del 34%, mientras que a su hermana le han diagnosticado Alzheimer. Rosario llamó la semana pasada a la trabajadora social que está a cargo de sus dos familiares. "Me dijo que nadie le había comunicado la noticia y que se estaba enterando de la noticia por las llamadas de los usuarios".

El problema se extiende más allá de Carabanchel. Es el caso de la madre de Juana. Tiene 79 años y vive en Moratalaz. La anciana se quedó viuda hace 11 meses y solicitó la ayuda a domicilio. Sufre un principio de demencia senil y, hasta el último jueves de julio, recibía la asistencia de la auxiliar una vez a la semana. Mapfre Quavitae informó a la familia de la mujer de la suspensión del servicio la semana pasada. Una de sus hermanas fue a poner una queja a la Junta de Distrito de Moratalaz y vio a muchas personas que también protestaban por la suspensión. "No me parece lógico que se deje de prestar un servicio que los ancianos necesitan", se lamenta Juana.

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