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Los turistas acortan las estancias y reducen sus gastos por la crisis

En Alicante y Benidorm, el sector destaca la austeridad de los visitantes

Las vacaciones son intocables para los españoles aun en tiempos de crisis galopante como la actual. La gente viaja para cambiar de rutina. Aunque, presionados por el yugo del Euribor y las negras estadísticas sobre el futuro de la economía, optan por estancias cada vez más reducidas y, sobre todo, aplican una espartana política de gastos. A falta de bebidas de marca, tinto de verano; y en la playa, toalla y sombrilla, nada de monopatín ni hamaca.

"Este es año del tinto del verano y no de las bebidas de marca"
"Julio ha sido flojo, hemos vendido un 22% menos", asevera un heladero
La crisis llega a la playa: monopatines aparcados y hamacas vacías

Esta raquítica estampa de los viajeros del verano de 2008 es corroborada por empresarios del sector en Benidorm, meca del turismo barato, y en Alicante. "Realmente la crisis se nota, pero la intención de viajar no se pierde", explica Carmen Castillo, de la Asociación Provincial de Agencias de Viajes de Alicante. En época de crisis, la semana de vacaciones ha quedado relegada a un segundo plano para dar paso a la estancia de tres o cuatro días.

Los hoteles, por su parte, corroboran que la estancia media ha bajado, aunque también destacan el descenso del gasto medio. Ya no se piden grandes vinos para celebrar los días de descanso, ahora la tendencia del tinto de verano se impone. La crisis sí se ha notado, aunque en algunos puntos de la Costa Blanca han sabido contraatacar para no perder su clientela, e incluso, incrementarla. "En la ciudad de Alicante hemos aumentado en dos puntos la ocupación respecto al año anterior", apunta Vicente Marhuenda, presidente de la Asociación provincial de hoteles. ¿La clave? Nuevas ofertas a menor coste. "Los hoteles han ajustado precios y esto ha estimulado la demanda", explica Marhuenda. Sin embargo, todo no les es favorable. Con estas nuevas ofertas más baratas, la ocupación ha aumentado, aunque no lo harán los beneficios. "Estimamos que las cifras de beneficios podrán caer hasta un 10%", aclara el hotelero.

Entre los vecinos de playa de San Juan se comenta la afluencia de gente. "Se ve mucha por todos lados", apunta un joven asiduo a los chiringuitos de la playa. "Los madrileños nunca fallan", asegura su chica, a quien le gusta más el invierno cuando "está menos saturado todo". En Alicante centro, el gran número de turistas también se nota. En un caluroso día de verano la famosa Explanada acoge a miles de visitantes. Las terrazas de las heladerías invitan al descanso. Pero la gente no se sienta. "Julio ha sido flojo", asevera Pedro Fuster, dueño de dos heladerías. Fuster estima que han sufrido un descenso del 22% de las ventas respecto al año anterior. La mayoría de ellos vaticinan un agosto duro y fían todas sus ganancias a la Volvo Ocean Race, la vuelta al mundo en vela que partirá desde Alicante en octubre.

Y del paseo por la Explanada a un chapuzón en la playa del Postiguet. La panorámica que se divisa desde el paseo parece contener todos los elementos de un típico día de playa en la Costa Blanca. Pero, ¿dónde están los patines? En uno de los puestos de estos tradicionales botes a pedales la imagen es desoladora. Los diez patines disponibles esperan aparcados en la orilla. "El año pasado por estas fechas tenía todos en el agua", arguye el propietario, José Luis Alonso, que estima que sus beneficios se han visto reducidos en un 40% en un par de años.

Y en Benidorm, tres cuartos de lo mismo. Antoni Mayor, presidente de la patronal hotelera Hosbec, ya no es tan optimista como en enero, cuando en la feria Fitur de Madrid auguraba buenos resultados para el sector este verano. "Benidorm es un producto de primera necesidad, como la leche o el pan", decía entonces. Ahora admite que están llegando menos turistas y gastan menos. Y es que los hoteleros, el motor de la economía en la Costa Blanca, perderán poder adquisitivo (en torno al 15% según Hosbec), pero son los menos afectados. "¿Crisis? Yo no sé quién padece crisis, porque estoy hasta arriba de trabajo. Igual o más que el año pasado", dice José, recepcionista de un hotel de dos estrellas en la calle de Ruzafa. Casi todo el mundo coincide en que hay gente, pero ésta se refugia más en el hotel o el apartamento. Los bolsillos están vacíos. "Este es el verano del tinto de verano y no de las bebidas de marcas caras", explica el gerente de una histórica tienda de ultramarinos en la calle de Tomás Ortuño de Benidorm. La facturación de este pequeño supermercado ha bajado un 30%, pero se ha disparado el consumo de productos básicos. "Las patatas, los huevos y el agua son los productos más vendidos", añade. Una vecina de la avenida del Mediterráneo, la más comercial de Benidorm, está sorprendida de lo que presencia cada cinco minutos delante de una tienda de coches en miniatura. "Todos los niños señalan el escaparate cuando pasan y dicen: ¡mira papá!, esperando que le compren alguna figura. La respuesta es un estirón en el brazo y continuar el paseo", relata.

La crisis se vive en las terrazas, pero los turistas se las ingenian para no renunciar a nada. Y ha resucitado la famosa petaca para salir de fiesta. "La usábamos cuando teníamos 18, y empezamos a venir a Benidorm de fiesta con poco dinero. Ahora, con 30 tacos, y al precio que están las copas, la hemos recuperado", argumenta el líder de un grupo de amigos. El afán por el ahorro se nota hasta en la playa. "Me llevo mi toalla y me tumbo en la arena. Alquilar una hamaca es un capricho innecesario", dice un turista de Bilbao.

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