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La sociedad turca pide más democracia tras superar el 'golpe' judicial

El fallo del Constitucional cierra el paso a los ataques contra el Estado laico

Juan Carlos Sanz

Turquía se despertó ayer después de un año perdido en disputas políticas y a salvo del caos. Tras casi medio siglo de golpes de Estado y presiones militares, todas las voces coincidían en volver a poner manos a la obra para seguir el camino que lleva a Europa: sentar definitivamente las bases de la democracia y abrir la economía turca al mundo. El islamismo político del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha sobrevivido por poco a la más grave amenaza que le ha lanzado el aparato laico del Estado. El veredicto dictado el miércoles por el Tribunal Constitucional deja al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) a salvo de la ilegalización, aunque con las alas cargadas de plomo para proseguir su política de paulatina islamización de la sociedad turca.

El primer ministro dice haber entendido el mensaje y promete consensos

La patronal Tusiad pidió ayer que se supriman "todas las barreras que impiden una democracia fuerte en Turquía" mediante una gran reforma constitucional. "Llamamos a la creación de una Convención Constitucional que incluya a todos los partidos políticos y a todos los sectores de la sociedad civil", concluía el comunicado difundido por la principal organización empresarial.

Erdogan se apresuró a proclamar que había entendido el mensaje tras hacerse público el fallo del Constitucional. Seis de sus 11 jueces sostuvieron que el AKP se había constituido en "un foco de actividades antilaicas" en Turquía, y otros cuatro avalaron dicha acusación, formulada por la fiscalía del Tribunal Supremo, aunque no hasta el punto de considerar que el partido que gobierna desde 2002 con arrolladoras mayorías fuera merecedor de una disolución pura y dura.

La ley turca exige una mayoría cualificada de siete votos para que el Constitucional pueda declarar proscrito un partido. El presidente del alto tribunal, Hasim Kilic, rechazó la demanda del fiscal, y advirtió que el veredicto que libraba de la ilegalidad al Gobierno y a sus 71 principales líderes era también una "seria advertencia" para el futuro.

"Nuestro Gobierno trabajará pensando en todos los turcos". El mensaje de Erdogan sonaba el miércoles casi idéntico al que lanzó hace un año tras ganar las elecciones legislativas con el 47% de los votos. Entonces prometió una nueva Constitución de corte europeo para sustituir a la redactada tras el golpe militar de 1980.

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Pero en lugar de mantener el programa de reformas y de aproximación a la UE que le valió la reelección para un segundo mandato, el primer ministro prefirió hacer un guiño a las bases más conservadoras del AKP e impuso la "ley del velo" sin el consenso de la oposición. La autorización del uso del pañuelo islámico en las universidades hizo saltar todas las alarmas en el aparato laico del Estado, que finalmente logró que el Tribunal Constitucional la declarase nula a comienzos del pasado mes de junio.

"El Constitucional está advirtiendo a los líderes del AKP que están actuando con arrogancia y sin tener en cuenta a todos los sectores de la sociedad turca", escribía ayer el columnista Yavuz Baydar en el diario Zaman, próximo al Gobierno. "El tribunal también avisa a la oposición laica de que ya ha terminado la era de las ilegalizaciones sistemáticas de partidos, y también reclama una amplia reforma de la Constitución para acabar con las actuales ambigüedades", concluía Baydar.

"La pelota está ahora en el tejado del AKP, que sale con su prestigio erosionado y tiene que buscar consensos con todos los partidos", insistía también ayer el editorialista de Hurriyet. "Erdogan no ha cumplido sus promesas electorales de hace un año", agregaba este diario, uno de los de mayor difusión en Turquía. Los analistas políticos turcos dan por hecho que el primer ministro va a emprender una profunda reestructuración del Ejecutivo y de la dirección de su partido para ofrecer un perfil más centrista.

Su principal aliado político, el presidente de la República, Abdulá Gül, lanzó ayer un mensaje de unidad para afrontar los principales retos de Turquía: "La lucha contra el terrorismo, las reformas políticas y económicas, y la culminación de las negociaciones de adhesión a la UE". Gül, el ex ministro de Exteriores que abrió a Turquía las puertas de las conversaciones con Europa y cabeza visible del ala más moderada del AKP, cobra ahora más relieve frente al carismático Erdogan, a quien sus propios seguidores comienzan a criticar por sus tendencias autocráticas.

Recep Tayyip Erdogan.
Recep Tayyip Erdogan.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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