Un noviazgo de los de antes pero en la Red
Internet sirve a los musulmanes para acordar bodas - Las mujeres combaten su ostracismo en las 'webs' - La familia siempre está vigilante
A Yamila, dependienta de origen jordano pero residente en Liverpool, la pueden los nervios. Se acerca peligrosamente a los 30 y su vestido de novia se apolilla en el armario para descrédito de su familia, que se ve incapaz de casarla. Ningún pretendiente parece el indicado -cuando el galán la convence a ella lo desaprueban sus padres, y viceversa- y mientras tanto el tictac del reloj no se detiene.
Cada vez menos jóvenes van al país de sus padres para arreglar un enlace
Algunos portales acotan la búsqueda según la rama religiosa del cliente
El islam más estricto afronta dividido la irrupción de las nuevas tecnologías
Los móviles también han alterado la relación entre sexos y no todos lo aplauden
Oriente Próximo tiene una de las tasas de casamientos más bajas del mundo
En el árabe clásico exiesten hasta 70 maneras de referirse al amor
Yamila descartó por un tiempo tentar a Cupido en Internet, porque ¿cómo explicar a los vecinos dónde y cuándo conoció a su prometido? Pero la angustia la ahoga. El matrimonio y la maternidad son una obligación coránica y ella no está siendo una buena musulmana. No hay otra salida: Internet.
Hasta aquí nada inusual en este mundo globalizado. Al fin y al cabo, la mitad de las relaciones que se iniciaron en Estados Unidos en 2007 se gestaron online. La pretensión: tener una aventura pasajera, trabar una amistad o una relación duradera. La sorpresa viene ahora. Yamila no va a tontear con desconocidos a su libre albedrío. Navegará bajo los ojos escrutadores de su familia, defensora a ultranza de la virtud. Las webs celestinas dirigidas a jóvenes de estricta fe permiten a los padres, tíos o primos acceder a las conversaciones privadas y cotillear a gusto.
"Nuestra web proporciona una alternativa islámicamente correcta a los métodos tradicionales de redes familiares o matrimonios apañados", explica Adeem Younis, fundador de www.singlemuslim.com -"de uno a cuatro matrimonios diarios", se promocionan-, con 140.000 afiliados que en ocasiones en los chats se coordinan para rezar. Unos 700.000 británicos musulmanes están inscritos en alguna página casamentera. La india www.shaadi.com, por su parte, presume de ser la mayor agencia matrimonial mundial. En su cartera, 10 millones de usuarios y 815.000 parejas en marcha, aseguran, en su mayoría de este país, Pakistán y Bangladesh. Algunos portales ofrecen incluso la posibilidad de acotar la búsqueda según la corriente del islam que profesa el cliente.
La ensayista marroquí Fatema Mernissi, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2003, está convencida de que el islam va a tener más éxito exportando amor que fundamentalismo. ¿Por qué? En dos jornadas organizadas en Avilés por el Centro Niemeyer bajo el título El amor como estrategia digital islámica para huir del consumismo, explicó las claves. En primer lugar, el consumismo aterroriza a los islámicos. "El ser humano sólo piensa en ganar dinero para consumir y eso le aleja del amor altruista, deja de preocuparse por los demás. Mientras que los musulmanes están llevando una gigantesca campaña en Internet contra este consumismo". En segundo lugar, los musulmanes tienen una vasta literatura medieval amorosa -en árabe clásico existen 70 maneras de referirse al amor- que fascina a las nuevas generaciones. "Ibn Hazm, un cordobés experto en el amor en el siglo X, es un best seller en Internet con El collar de la paloma", afirma. Y, por último, cuentan con mucho dinero, proporcionado por el petróleo para invertirlo en la tarea.
"Los jóvenes sueñan con casarse, con tener dinero para la boda. Se vende la idea de violencia porque no les escuchamos". Una premisa en la que Mernissi ahonda en su libro El amor en el islam (Aguilar, 2008).
El endurecimiento de los controles de seguridad en las fronteras tras el 11 de septiembre de 2000 ha ayudado al espectacular crecimiento de estas webs. Muchos mahometanos residentes en Occidente -como los protagonistas del drama Camino a Guantánamo de Michael Winterbottom- que acudían a la patria de sus padres para arreglar un matrimonio han dejado de hacerlo. Internet es rápido, cómodo y no causa inconvenientes. Además, la incorporación femenina al mercado laboral -un 33,3% según los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), frente a un 55,6% de media mundial- ha mermado la autoridad paterna y, por tanto, ha frenado las bodas apañadas. Visto el mundo exterior y el amor imposible entre Luis Alfredo y Cristal en el culebrón venezolano que llega vía satélite, ¿quién va a casarse con un anónimo?
A eso se suma que el individualismo de hoy día, opina Mernissi, ha fragmentado la familia extensa, que ya no ayuda a encontrar la media naranja. "Busco a alguien que sepa tratar a su mujer, que la respete como merece y que recuerde que el paraíso está a los pies de la madre, que es una mujer", se presenta Siddiqah, de 39 años, desde Ontario (Canadá). "Chateamos durante meses y decidí seguir adelante después de que los padres de él hablaran con mi padre", cuenta Sweta Jhoshi, una profesora de 26 años.
Para colmo, ellos andan preocupados con la dote. Sin dinero no hay boda, ni sexo, ni independencia y respeto social. Un pobre debe ahorrar el dinero de ocho años de trabajo para los desposorios y por eso en países como Egipto o Arabia el Estado organiza bodas colectivas para aquellos que no puedan sufragarlas. Hoy Oriente Próximo tiene una de las tasas de matrimonio más bajas del mundo. Apenas la mitad de los hombres se han desposado al cumplir los 30 años, según un estudio del Center for Developement de la Brooking Institution y la Escuela de Gobierno de Dubai.
"Los jóvenes están deseando encontrarse con otros porque las civilizaciones están cada vez más próximas", remacha el psicoanalista marroquí Farid Merini desde Avilés. "Con la globalización e Internet se abren fronteras, pero a la vez uno se replantea su identidad. El otro día conocí a unos padres que tenían miedo a cómo educar a su hijo. En qué lengua, con qué valores... Los fundamentos que eran una riqueza para mi generación se han convertido en un problema", prosigue. El islam es ahora la piedra angular de la identidad tras sustituir al arabismo, el socialismo y el nacionalismo.
Las alusiones a Alá son constantes en los mensajes de presentación en las webs y, además de datos personales, hay quien explica cuántas veces ora al día o en cuánto tiempo pretende casarse.
Mario Nordio, coautor del artículo Donne musulmane on line (Mujeres musulmanas on line) y profesor de Civilizaciones Asiáticas en la Universidad Ca'Foscari de Venecia, sostiene que en la tradición musulmana "siempre ha existido la confianza en la tecnología". Asimismo, compara el fenómeno de las citas con la cultura de los matrimonios forzosos, destronando la web a la parentela. Nadie olvida que desde hace tiempo las fetuas de los mulás se pueden seguir por la Red y que existen relatos cibernéticos de conversiones al islam, reflexiones sobre textos sagrados, entrevistas a imanes o pronunciamientos de los clérigos musulmanes basados en la sharía (la ley islámica).
Hay quien discrepa. Como Al-Sada, autoproclamado el "semanario de la familia árabe": "En el mundo de Internet, las relaciones secretas están pervirtiendo a nuestros hijos, que pueden conocer a millones de personas en los chats". O la publicación Zahrat al Khaleej, que en Las bodas por Internet no son halal (prácticas permitidas por el islam) afirma: "A menos que los futuros esposos estén físicamente en el mismo espacio que los testigos, el matrimonio no es válido".
"Es evidente que Internet ha sido un paso adelante para las mujeres. Pero una mayoría no tiene acceso a la Red. Lo que dice Fatema Mernissi me parece excesivo", sostiene Dolors Bramon, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Barcelona. "Lo que me llama la atención es que ellas cuelgan fotos en las que están tan tapadas que sólo se le ven los ojos. ¿Qué sentido tiene?", se pregunta. En la pantalla aparece una cinta transportadora que permite ver la cara y la carta de presentación de una decena de potenciales novias y otro tanto de novios.
"Internet es una ventana al exterior para las mujeres. Para encontrar novio pero también para expresarse, buscar un empleo o trabajar desde casa las que no pueden salir mucho", enumera la libanesa Nadine Abou Kaki, escultora, editora jefa de la revista femenina Al Hasnaa y presidenta ejecutiva de The New Arab Forum. "Pero hay que tener en cuenta que la mitad de ellas son analfabetas. Algunas que apenas saben leer y escribir se animan a usar el mail cuando sus hijos viven en el extranjero". Abou Kaki denuncia que los Gobiernos usan a las damas para vender modernidad cuando las quieren de florero.
"Las nuevas tecnologías nos permiten comunicarnos y entretenernos sin que ninguna autoridad nos censure. El único control es el de uno mismo y el problema es que el sistema educativo no ha fomentado la responsabilidad individual", subraya Mernissi. Pero los teléfonos móviles han revolucionado las relaciones chico-chica, aunque esto no lo aplauda todo el mundo. "Somos una cultura muy presencial. Siempre nos ha gustado visitar la casa de los amigos y hablar cara a cara. Ahora en la sala de estar la televisión está encendida constantemente y quien no chatea habla por el móvil", se lamenta Kamal Abdelmalek, de la American University of Sharjah (Emiratos Árabes Unidos).
En Arabia, el prometido pide permiso al padre para llamar a su futura mujer una vez firmado el contrato matrimonial anterior a la boda. Y, sin embargo, en la novela Chicas de Riad (Emecé, 2007), de la saudí Rajaa Alseanea, cuatro universitarias solteras estaban "atareadas escribiendo aplicadamente, ya que los chicos les gritaban su número de teléfono o pegaban notas en las ventanas de otros coches. Los más valientes incluso pasaban sus documentos de identidad por la ranura de la ventana para que ellas tomaran todos sus datos". Una alocada conducta que allí es habitual. "Espero que veáis que para estas mujeres empieza a abrirse poco a poco un camino que no es el occidental, sino uno que conserva lo bueno de los valores de su religión y su cultura y, a la vez, permite introducir cambios", adelanta Alseanea en el prólogo de este libro, escrito en forma de blog, prohibido en Arabia y publicado en Líbano en 2005.
Un estudio de 2007 aseguraba que el 70% del contenido de los celulares con cámara de los chicos saudíes era pornográfico y un 8,6% violento para su escala de valores. Algo que puede ser fuente de conflictos. En Riad varias personas fueron hospitalizadas tras una reyerta desatada cuando una invitada a una boda hizo fotos clandestinas en un salón de mujeres. Y una estudiante fue expulsada de la universidad por retratar a sus compañeras con la cabeza descubierta. Las fuerzas del orden requisaron entonces medio centenar de teléfonos en las aulas femeninas.
También en los cuartos de baño de las yeshivas (centros de estudios judíos) en Israel los alumnos se encierran para hacer llamadas a líneas eróticas o para ligar. Así que los líderes religiosos se han propuesto tomar cartas en el asunto: "No permitiremos que el demonio siga haciendo de las suyas". Y en paralelo se comercializa un modelo de móvil que cada viernes a la hora que comienza la fiesta del Sabbath entra automáticamente en modo vibración: de esta forma ni se molesta ni se tienta a hacer negocios en el día sagrado. Parece que el diablo-móvil se persona en todo el vecindario, hasta en el enemigo.
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