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Reportaje:

Se busca joven, inexperto y no veraneante

Los becarios engrasan la maquinaria laboral durante la época estival

Llega el verano y las esperadas vacaciones. Para algunos. Otros se quedan. Son los estudiantes en prácticas, más conocidos como becarios. Son los duendes que remiendan los zapatos mientras otros disfrutan de sus días de descanso. A la sombra, poco reconocidos y explotados en muchas ocasiones, los estudiantes de último curso de carrera hacen que la maquinaria de la Comunidad Valenciana siga rodando. Eso sí, a un ritmo más pausado y a veces a trompicones.

"El trabajo de un becario se hace dos veces; ellos y yo, solos no lo saben hacer". El que así habla es José Antonio Muñoz. Por su despacho de abogados han pasado tres durante el último año. Su descripción del puesto coincide con el perfil "tipo": Se necesita estudiante a punto de licenciarse, para prácticas por tres meses y posibilidad de quedarse en la empresa -ninguno de ellos lo ha hecho-. Muñoz no se corta al tipificar a sus becarios en tres categorías: "Becario café, aquel que está por cumplir. Becario por enchufe. Y el que más escasea, el becario que se va a comer el mundo".

"Viene a aprender y no se le puede exigir la responsabilidad de un trabajador"

Elías Oliver se podría calificar dentro de esta categoría. Está en cuarto de periodismo. Iba para cocinero pero se decantó al final por la información. Hace sus prácticas de verano en la Cadena SER en Valencia: "Durante agosto los dos que somos de prácticas vamos a tener que llevar la programación de tarde en la emisora. Estamos un poco nerviosos". Está ahí por la experiencia, porque a pesar de tener su propio programa de radio a través de Internet considera: "Aquí aprendes mucho aunque te exploten un poco".

La palabra explotación está imbricada en el lenguaje del becario. Izaskum Fernández, de 28 años, lo sabe. Tiene a su cargo a cuatro. También ella pasó por la misma experiencia hace seis años. "El becario en principio viene a aprender y no se le puede exigir la misma responsabilidad que a un trabajador. Tampoco debería cubrir a la gente que se va de vacaciones", critica. "Así es en teoría, pero cuando bajas al terreno ves que se cometen muchas irregularidades", añade.

Miguel Ángel Barberá, encargado de gestionar las prácticas de verano en la Universitat de València, contradice a Izazkum y a Muñoz. Según él, las irregularidades son mínimas. "Cada verano tramitamos unas 600 prácticas en Valencia -aunque hay muchas que las gestionan estudiantes por cuenta propia- y la gente vuelve contenta". Barberá afirma que con la actual situación de la economía las empresas solicitan menos becarios. En su opinión, esto prueba que las empresas no buscan cubrir plazas laborales con estudiantes. Los datos aportados por la Universidad muestran que el perfil más solicitado durante la época estival es el licenciado en empresariales, seguido por derecho, economía y periodismo. Los menos, los de ciencias ambientales.

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Algunas federaciones sindicales tachan de "vil explotación de estudiantes" la situación del becario y apuntan como una práctica "extendida" la sustitución de puestos estructurales en vacaciones y "el uso de los estudiantes motivado por un abaratamiento de costos con falsas promesas de futuros fichajes".

Alejandra Joanes, de 20 años, es inmune a la polémica. Éste es su último verano sin ser becaria. Todavía no puede, ha de tener el 50% de los créditos de su carrera aprobados. Por ahora colabora con la radio de su universidad. Es una pre-becaria conforme con lo que se le avecina. "Que trabajes muchas horas es normal, estamos empezando. Que no te paguen, pues depende". Alejandra se refiere al sueldo medio de un estudiante en prácticas, que oscila entre cero y 300 euros al mes. "Muchas veces metemos la pata", sentencia.

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