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Reportaje:

Demasiada botica nubla la mente

Los especialistas aseguran que se abusa de los fármacos para tratar la demencia

Ramona Lamascola creía que la demencia estaba acabando con su madre de 88 años, pero lo que estaba acabando con ella era el exceso de medicación. El otoño pasado, a su progenitora, Theresa Lamascola, que sufría ansiedad y confusión, le recetaron risperidona (Risperdal), un fármaco antipsicótico. Cuando empezó a tener problemas para caminar, su hija la llevó a su propio médico, que le diagnosticó hipertiroidismo no reconocido, un trastorno que puede contribuir a la demencia.

Es más sencillo recetar que ofrecer terapia psicosocial personalizada
Uno de cada tres afectados toma antipsicóticos en las residencias

Theresa fue trasladada a una residencia de la tercera edad para tener controlados todos esos problemas. Pero las cosas fueron a peor. "Mi madre gritaba y estaba fuera de sí, babeaba y sufría espasmos", comenta Lamascola, enfermera de profesión. El psiquiatra de la residencia le retiró el Risperdal, que puede causar espasmos físicos y vocales, y le recetó un sedante y otros dos antipsicóticos "Sabía que la culpa era de los fármacos", asegura su hija. "Le pedí que le retirase la medicación y que se mantuviese alejado de mamá". Hasta que otro médico le retiró los fármacos, Theresa no comenzó a mejorar.

El uso de fármacos antipsicóticos para calmar la agitación, la conducta agresiva y los ataques de los pacientes con demencia se ha disparado, especialmente en los ancianos. Parte de dicho aumento se debe a las recetas de las residencias de ancianos. Los investigadores calculan que en ellas se les recetan fármacos antipsicóticos a aproximadamente un tercio de los pacientes.

Las ventas continúan aumentando a pesar de la mala fama de dichos fármacos. Un estudio realizado en 2006 en pacientes con alzhéimer revelaba que, en la mayoría de los pacientes con trastornos de agresividad y delirios, los antipsicóticos no producían mejoras significativas en comparación con los placebos.

En 2005, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA en sus siglas en inglés) estadounidense hizo que los nuevos fármacos incluyeran en sus etiquetas una advertencia en un "recuadro negro" para indicar que su uso conlleva un aumento del riesgo de muerte [la Agencia Española del Medicamento alertó en 2004 del riesgo de episodios isquémicos por el uso de risperidona en pacientes con demencia]. Hace un par de semanas, la FDA estableció una norma similar para las etiquetas de antipsicóticos más antiguos.

La FDA no ha autorizado la promoción de estos fármacos como tratamiento de la demencia en la tercera edad, pero se recetan habitualmente aunque dicho uso no haya sido prescrito. Muchos Estados norteamericanos están demandando a las empresas de antipsicóticos por realizar publicidad engañosa y falsa.

Ambre Morley, portavoz de Janssen, la filial de Johnson & Johnson que fabrica Risperdal, rechaza comentar las demandas, aunque declara: "Como con cualquier medicamento, su prescripción depende de los médicos. Sólo promocionamos nuestros productos para los usos aprobados".

Muchos médicos aseguran que el mal uso de los fármacos es muy común. "Se puede abusar y hacer mal uso de estos antipsicóticos", afirma Johnny Matson, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Luisiana. "Y muchas veces, en muchos de esos lugares se abusa de ellos".

Algunas residencias de ancianos están probando un sistema diferente, denominado intervención medioambiental. Los métodos incluyen la reducción del tedio por medio de la estimulación intelectual y física de los pacientes, el ejercicio, la música relajante, la utilización de mascotas como terapia y la mejora de la forma en que el personal se relaciona y habla con los pacientes con demencia.

"Nuestro sistema sanitario no está preparado para tratar los problemas mentales, emocionales y de comportamiento de los miembros de la tercera edad", declara Gary S. Moak, presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría Geriátrica.

Las residencias de la tercera edad tienen poco personal y, normalmente, las aseguradoras no subvencionan los cuidados médicos personalizados ni la terapia psicosocial práctica que recomiendan los expertos. Es mucho más sencillo usar sedantes y antipsicóticos, a pesar de sus efectos secundarios.

El uso de la primera generación de antipsicóticos conlleva un importante riesgo de trastornos de movilidad repetitivos y sedación. Los antipsicóticos de segunda generación, también llamados atípicos, se recetan más habitualmente porque el riesgo de trastornos de movilidad es menor. Pero también pueden causar sedación y aumento de peso y diabetes.

Utilizados correctamente, los medicamentos desempeñan una función a la hora de tratar a pacientes con demencia grave que pueden estar incapacitados por la paranoia o que son autodestructivos o violentos. Suavizar este tipo de conductas puede mantenerlos a salvo y hacer que puedan vivir en casa, donde se sentirán mejor que en una residencia de ancianos.

Dillip V. Jeste, profesor de psiquiatría y neurociencia de la Universidad de California, en San Diego, sostiene que, en caso de que haya que recetar algún tipo de antipsicótico a los pacientes, la dosis recetada debería ser mínima y el tratamiento debería tener la menor duración posible.

Los familiares que no estén seguros de que la persona de su familia está recibiendo los cuidados más apropiados, deben buscar una segunda opinión, como hizo Ramona Lamascola. El médico al que ella consultó, Kennedy de Montefiore, retiró los antipsicóticos y los sedantes a su madre y le recetó otro fármaco (donepezilo).

"No está claro si finalmente fue que consiguió regular su hipotiroidismo y otros aspectos médicos, o deshacerse de la medicación que causaba las molestias, pero experimentó un cambio milagroso", dice.

Theresa Lamascola todavía padece demencia, pero ha pasado de su confinamiento en una silla de ruedas -incapaz de estarse quieta y gritando de pánico- a ser capaz de caminar con ayuda, sentarse tranquilamente, tener cierta memoria y capacidad de comunicación, entender sutilezas de las conversaciones e incluso gastar bromas. Como dice su hija: "He recuperado a mi madre".

© The New York Times

Una anciana en la sala vacía de una residencia de la tercera edad.
Una anciana en la sala vacía de una residencia de la tercera edad.CARMEN SECANELLA

El poder curativo de la atención

Si los pacientes empiezan a presentar síntomas conductuales propios de la demencia, los médicos aconsejan que reciban tratamientos médicos y psiquiátricos completos, especialmente si los síntomas se presentan de repente. "El hecho de que alguien tenga 95 años no significa que no pueda seguir un tratamiento, especialmente si ha sido una persona sana", asegura Gary J. Kennedy, director del departamento de psiquiatría geriátrica del Montefiore Medical Center del Bronx (EE UU).Las causas comunes de los síntomas de demencia incluyen miniataques, hemorragias cerebrales por leves golpes en la cabeza, hipotiroidismo, deshidratación, desnutrición, depresión y trastornos del sueño.Algunos médicos señalan que simplemente prestando atención a un paciente de una residencia de la tercera edad los síntomas de demencia se pueden suavizar. Afirman que en pruebas aleatorias de medicamentos antipsicóticos para la demencia, entre el 30% y el 60% de los pacientes de los grupos a los que se les administraba placebo, mejoraban: "Es alucinante, estos pacientes con demencia grave no responden al poder de la sugestión, responden a la atención que se les presta cuando participan en un ensayo clínico". "Reciben cuidados médicos y humanos, cosa que no habían recibido hasta ahora. Dice muy poco a favor de la forma en que tratamos a los pacientes con demencia".Para los familiares que buscan una residencia de la tercera edad para un familiar mayor, los expertos recomiendan buscar hogares con poco movimiento de personal, que la proporción entre enfermeros por paciente sea elevada, y con programas que tengan componentes psicológicos.Si la medicación es necesaria, un miembro de la familia debería ponerse en contacto con el médico, informarse sobre la función de cada fármaco e involucrarse a la hora de tomar decisiones.

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