"Quiero gente que apueste por los artistas, no por las modas"
En el tercer piso del luminoso Palazzo Ooni, Paolo Baratta (Milán, 1939) recibe en un día de húmedo calor asfixiante, resueltamente cómodo, pues ya conoce este codiciado sillón de su anterior paso por la dirección del llamado "evento de todos los eventos" de la cultura italiana. Este hombre, educado en la cortesía del alto estadista, tres veces ministro y reconocido economista, que hace 10 años creó un festival de danza contemporánea ligado a la Bienal y trajo hasta la ciudad de los canales a la norteamericana Carolyn Carlson (Oakland, 1943), se enfrenta ahora a una Bienal que ha crecido en todas sus ramas (artes visuales, arquitectura, música, danza, teatro y el festival de cine), algunas desmesuradamente. Quiere sobre todo control, calidad y transparencia en la gestión.
"Estuve en Arsenale el día del partido Italia-España y el teatro estaba lleno"
"En cine siento la competencia de los festivales de Cannes, Toronto y Berlín"
"Habrá menos leones de oro para que no se conviertan en leones de plástico"
Pregunta. ¿Cómo contactó a Carlson en aquellos tiempos?
Respuesta. Encontré por primera vez a Carolyn Carlson en París. Ella tenía claro algo que yo también sabía: la falta en Italia de un segmento bisagra entre el final de los estudios y el ingreso en el mundo profesional, así es que hicimos el proyecto de academia en la isla de San Giorgio.
P. Un segmento de preprofesionalización...
R. Exacto. Y hubo resultados. Es por ello que vuelvo a pensar en términos de "academia", que no es una escuela en sí, aunque la verdad es que la Academia de Danza inspiró otros proyectos... He calculado que si hubiera continuado sin interrupción, hoy habrían pasado por allí más de 350 bailarines que habrían aprovechado ese paso entre estudios y profesión.
P. Eso es más caro que hacer un festival anual a secas.
R. Y llegamos al tema del dinero. Estoy buscando, articulando un posible laboratorio y la consiguiente experimentación con un festival paralelo de los que podemos llamar clásicos del futuro. Yo he visto ya en esta edición del festival de danza de la Bienal que los teatros se llenan, y eso no podemos perderlo. Estuve en Arsenale el día (fatídico para mí) del partido Italia-España, y el teatro estaba lleno. ¡Es un milagro!
P. Pero en tiempos de crisis, ¿cómo se reciben esos planes de expansión; recibe reproches?
R. Nada. Sobre esto no tengo nada que decir ni objetar. Tenemos incluso al ministro Bondi [de Bienes Culturales] muy interesado en el futuro de la Bienal.
P. La presencia de los italianos en los distintos sectores de actuación, ¿es una obligación? Al menos en danza este año ha sido así con alguna obra fallida, y en cine, fue muy criticado en el último festival, aunque luego vino el éxito en Cannes para remediarlo parcialmente...
R. No es un objetivo específico que estén en la Bienal de la Danza artistas italianos ¿Por qué debía ser así? La idea es que estén artistas europeos. Si la Bienal de Arte tendrá 90 pabellones, ¿por qué no aspirar a algo así en la danza en el sentido de implicación de los Estados europeos?
P. La Bienal de Artes Visuales crece sin parar... en el cine está la sombra de Roma.
R. Artes visuales cada vez es más grande y llegará esta vez a 90 países. ¡No la mueve nadie! Con el cine, yo donde siento competencia es en los festivales de Toronto, que sucede inmediatamente después de Venecia, en Cannes o en Berlín. A la Fiesta del Cine de Roma le deseo éxito.
P. Y ha nombrado a nuevas caras para dirigir música, arquitectura y artes
[Francesconi, Birnbaum, Betsky].
R. Para esos puestos elegí personas libres, aunque jóvenes, con criterios y sentido del riesgo. No sólo comisarios consagrados; quiero gente que se ponga de parte de los artistas, que apueste por los artistas, no por las modas.
P. Hablando de moda: ha desembarcado Pinault en La Dogana con el arquitecto Tadeo Ando firmando la remodelación como espacio de exposición.
R. No es sólo Pinault. La operación Guggenheim también ha empezado. Ha sonado la campana de oro y todos acuden, pero la Bienal es la Bienal y los intereses son otros. Pinault viene a exponer su colección. La Bienal debe seguir adelante sin cometer errores, con transparencia. La moda siempre está ahí. Ya sabe usted, fundaciones, eventos... vale. Pero con transparencia. Los artistas que vienen aquí comisionados por la Bienal son asumidos, pagados por la propia Bienal. Pinault abre el 5 de junio de 2009 y la Bienal el día 6. El suyo es un opening estratégico, porque sucede dentro de la Bienal. Hubo una vez que estábamos solos en esto, y lo del arte contemporáneo era una locura, pero ahora es un gran negocio que hace mover el gran dinero. Son y serán importantes dos cosas para la Bienal: la transparencia y la realización de obras de encargo. Debemos estar muy atentos y encontrar los artistas adecuados en todos los sectores, ponernos siempre de parte de los artistas, no sólo del mercado. Uno de los problemas más serios y complejos del arte de hoy es la calidad frente al voraz mundo contemporáneo.
P. ¿Cómo entiende las ayudas al cine italiano desde el Festival de Venecia?
R. El cine italiano debe ser ayudado. Eso es cierto, pero no mimarlo en exceso, debemos dejarlo que se asiente y que respire por sí mismo.
P. ¿Qué piensa de la lluvia de leones de oro de los últimos tiempos?
R. Estoy ahora mismo escribiendo el nuevo reglamento de cómo se otorgarán en el futuro los leones de oro. Y habrá muchos menos que ahora, eso seguro, porque si no, se convierten en leones de plástico.
P. ¿Cómo ha sentido el regreso a la Bienal, encuentra esto muy cambiado?
R. Antes tuve la sensación de interrumpir un programa y ahora puedo completarlo.
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