Oportunidad y necesidad ante el futuro

Hasta hace unos años los estudios de Formación Profesional venían siendo la hermana menor del sistema educativo. Esta consideración, más basada en el prejuicio que en la propia realidad, ha cambiado sustancial y afortunadamente para todos. La propia dinámica social, el esfuerzo de muchos profesionales de la educación, el mundo empresarial y la actitud de los alumnos y alumnas han contribuido de manera notable a este cambio de percepción.

Miles de jóvenes convergen hoy en las aulas de los centros de Formación Profesional del País Vasco dispuestos a labrarse su propio futuro, conscientes del valor de su esfuerzo y el de la sociedad que pone los medios a su disposición. Hay que señalar aquí, y sin ningún atisbo de autocomplacencia, que nuestra Formación Profesional es puntera y admirada en el resto del Estado. Los responsables profesionales de otras comunidades acuden a Euskadi con interés y con ganas de seguir las pautas que marcamos desde nuestros centros.

El reto es vincular a los jóvenes a un proceso continuo de formación

Lejos quedan los tiempos en que la Formación Profesional era sinónimo de buzo azul, con mayores o menores incrustaciones de grasa. Hoy las batas, sean blancas, azules o de cualquier otro color, dominan el panorama visual, pero lo más importante es que las nuevas tecnologías son el medio de trabajo y, consecuentemente, el terreno por donde nuestros alumnos y alumnas deben transitar.

Pero si queremos hacer un análisis serio y responsable de nuestro modelo, debemos de huir del optimismo desmesurado para centrarnos en los retos futuros. El relevo generacional es uno de ellos. No es una preocupación baladí; cientos de puestos de trabajo se pueden quedar sin cubrir en el próximo futuro, si no tomamos conciencia de lo que ello pueda suponer para el tejido industrial de nuestro país.

La Formación Profesional debe dirigirse, y nuestros esfuerzos van encaminados a ello, a "formar en la profesión"; es decir, propiciar canales que giren en torno al aprendizaje a lo largo de la vida. Nuestro reto no puede ser el de formar jóvenes de manera puntual, sino vincularles a un proceso continuo de formación.

Esta nueva andadura debe entenderse como una excelente oportunidad que se brinda en primer lugar al alumnado, pero también al resto de la sociedad para transformar el mundo productivo y de servicios que nos rodea, en un entramado de innovadores, creativos y emprendedores, cambiando el concepto actual de empresa por organizaciones de personas emocionalmente inteligentes.

Desde la Formación Profesional debemos dar paso a la cultura social del continuo e incesante aprendizaje, convirtiendo el reciclaje de la población trabajadora en el eje de nuestro futuro inmediato, entendido éste como un servicio a la sociedad esencialmente formativo. Gestionar un servicio integral de Formación Profesional, ágil, eficaz y acorde con las necesidades formativas del mundo laboral no es un trabajo menor, sino el gran reto que todos los que integramos este modelo educativo debemos afrontar.

Claramente los centros de FP del País Vasco están preparados para este continuo reto, porque la Formación Profesional, además de una oportunidad, es una necesidad de todos.

José Ignacio Angulo, Iñaki Konde y Jon Landaluce son presidentes de Ikaslan (red de centros públicos de FP de Euskadi) de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava.