Un 'trueque' con futuro
Detrás de cada trasplante de donante vivo hay una suma de pequeñas y grandes historias humanas y, en mi caso, dirigir un programa de donaciones de vivo me permite conocer situaciones que nunca te dejan indiferente. Pero la donación cruzada va mucho más allá. Sacude las emociones del profesional más imperturbable. Además, supone un reto, no sólo a nivel clínico, sino desde el punto de vista social, legal y ético. Debo reconocer, como profesional habituado a vivir situaciones complejas en cuestiones relacionadas con la donación de vivo, que el proyecto de donaciones cruzadas que venimos preparando desde hace unos meses es realmente fascinante.
Una cuestión clave es que las donaciones y trasplantes deben realizarse de forma simultánea. En el caso de dos parejas, es relativamente fácil. Pero puede darse el caso de que sea necesario involucrar a tres o más parejas para conseguir solucionar de forma simultánea el problema que impedía llevar a cabo los trasplantes de cada una de las parejas por separado, o con un cruce de parejas simple.
Asumir la necesidad de realizar trasplantes cruzados no es fácil. Explicárselo a una pareja de donante-receptor que acaban de ver frustrada su intención inicial del trasplante, lo es todavía más. Hay que dejar pasar el tiempo necesario para que la decepción inicial deje paso al interés por conocer otras alternativas. Pero siempre llega el momento en el que el donante y el receptor se preguntan, mirándome a mí: ¿y ahora qué? Imaginen la cara que pondrán cuando yo les diga: podemos plantearnos buscar otra pareja en situación similar, dispuesta a hacer el intercambio. Pero debo reconocer que en más de una ocasión es el propio donante quien así lo ha planteado, llevándome al convencimiento de que la donación cruzada tiene el futuro asegurado, también en España, líder en donaciones de cadáver.
Federico Oppenheimer es jefe de la Unidad de Trasplante Renal del Hospital Clínic de Barcelona.
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