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Fernández cede parcialmente ante la huelga del campo

La presidenta argentina responde tras las caceroladas masivas en todo el país

Jorge Marirrodriga

Cristina Fernández cedió anoche parcialmente ante las demandas de los productores agropecuarios argentinos, y anunció que someterá al Congreso el impuesto a las exportaciones de granos, detonante del conflicto político más importante que ha vivido el país desde la crisis de 2001. La pelota queda ahora en el alero de los huelguistas ya que oficialmente la subida del impuesto hasta el 46% no ha sido anulada. En la madrugada de hoy, hora española, los productores agropecuarios estudiaban qué hacer con el paro.

La mandataria argentina anunció su decisión menos de 24 horas después de que se registraran protestas masivas en todo el país contra la gestión del Gobierno en la crisis del campo. Una demostración de rechazo popular como no se veía desde la presidencia del radical Fernando de la Rúa (2000-2001), que terminó con una catástrofe económica e institucional. Los manifestantes acusaban a la presidenta, entre otras cosas, de saltarse la Constitución y de ningunear a las instituciones.

La respuesta oficial ha aplicado la estrategia del palo y la zanahoria. Minutos antes de que hablara Fernández, su marido, el ex presidente Néstor Kirchner, hizo un llamamiento para que hoy a las tres de la tarde, hora local (ocho de la tarde en la España peninsular) los argentinos acudan a la plaza de Mayo "en defensa del sistema democrático". Fue una jornada de cesiones, porque se trató de la primera vez en cinco años en que el actual presidente del Partido Justicialista acudía a una rueda de prensa y se sometía a las preguntas de los periodistas.

Eso sí, Kirchner no fue tan conciliador como su esposa. En un durísimo discurso dirigido contra los medios de comunicación, a los que acusó de falsear la realidad y de estar al servicio "consciente o inconscientemente" de la desestabilización, recordó las cifras macroeconómicas que maneja el Gobierno, arremetió contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), tachó de extorsionadores a los huelguistas y aseguró que hay sectores ligados "a otras épocas" en todo "lo que está pasando".

Y lo que está pasando es que la noche anterior miles de personas se habían lanzado a las calles de todo el país indignadas sobre todo por las declaraciones del líder piquetero oficialista Luis D'Elía, quien denunció un fantasmagórico golpe de Estado dirigido, según él, por el ex presidente Eduardo Duhalde, los dirigentes del campo y el grupo periodístico Clarín. Kirchner se desmarcó anoche de D'Elía. Éste incluso había deslizado una velada amenaza al citar el artículo 21 de la Constitución, que llama a los argentinos a la defensa de la democracia.

Los bocinazos y las cacerolas se hicieron sentir en todo el país excepto en la emblemática plaza de Mayo, donde el oficialismo desplegó a sus grupos de choque. Pero el principal motivo de preocupación para los Kirchner, aparte de la amplitud de las protestas, fue el hecho de que la gente saliera a la calle también en el cinturón que rodea Buenos Aires, feudo del peronismo y cuyo apoyo resulta fundamental para mantener el poder.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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