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La Universidad Católica deja en el limbo a cientos de alumnos

El Gobierno desmiente al Consell: Medicina no podrá empezar el curso que viene

Ignacio Zafra

La Generalitat y la Universidad Católica de Valencia se precipitan por el abismo de los estudios no oficiales arrastrando consigo a centenares de alumnos. El Ministerio de Ciencia e Innovación (que tiene las competencias en universidades) confirmó ayer que el proceso extraordinario para implantar carreras el curso que viene estaba "cerrado". No quedaba "tiempo material", añadió la portavoz, para realizar correcciones antes de que el Consejo de Ministros apruebe el listado de nuevas titulaciones (162) que sí han pasado los filtros de calidad. Y que así le fue trasladado al director general de Universidades valenciano.

Los alumnos deben renunciar a tomar acciones legales al matricularse

A la Universidad Católica, que ha visto cómo le denegaban las solicitudes para implantar Medicina, Odontología y Podología, le quedaba el cauce del recurso ordinario, que podría durar meses, y que, en cualquier caso, está diseñado para carreras que vayan a ponerse en marcha en el curso 2009-2010.

A pesar de ello, tanto la universidad que preside el arzobispo Agustín García-Gasco como el consejero de Educación, Alejandro Font de Mora, insistieron ayer (y así les fue comunicado a los alumnos) en que el proceso de alegaciones para empezar a dar Medicina en septiembre seguía "abierto", y que en julio tendrían la enésima oportunidad de subsanar las deficiencias materiales y de profesorado que han tumbado una vez tras otra sus solicitudes.

A media tarde, el asunto alcanzaba tintes kafkianos. La portavoz oficial del ministerio dio por "cerrado" el proceso para implantar carreras el curso que viene. El portavoz oficial de la Aneca (la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación, el órgano que ha emitido los dictámenes técnicos), también. El portavoz de la Católica, en cambio, seguía asegurando que la salvación era posible porque así se lo habían asegurado. ¿Quiénes? "Alguien de la Aneca", contestaba. ¿Quién de la Aneca? "Alguien que no es un bedel", añadía.

Detrás de ese tipo de mensajes se hallaban los alumnos de la Católica, sus padres, y los chavales que han reservado plazas para el año que viene, centenares en total. La mayoría, presa de los nervios. Algunos, viendo qué posibilidades tenían de cambiar de carrera o de universidad. El consejero Font de Mora declaró por la mañana no tener "ningún consejo" que ofrecerles. Más allá, dijo, de que se pusieran en contacto con "la institución" (la Católica) y de que tomaran después "libremente" su decisión.

La universidad privada tenía, evidentemente, interés en que no se produjera una desbandada entre quienes están terminando el primer curso de sus títulos propios, ni entre quienes han hecho reservas para el curso que viene. La Católica cobra a los estudiantes (normalmente, a sus padres) casi 7.000 euros al año en el caso de Introducción a la Medicina e Introducción a la Odontología (4.000 en el caso de Introducción a la Podología), libros aparte, por unos estudios que a estas horas no sirven para ser médico ni dentista.

Y la preocupación en su rectorado por cómo fuera a terminar la cosa quedaba mitigada por un aspecto clave: los alumnos renunciaron, en el momento de la matrícula, a emprender acciones legales contra la universidad privada si sus títulos no llegan a ser homologados.

La conversión de estudios no oficiales en créditos universitarios oficiales no es posible legalmente. Cabe imaginar, sin embargo, alguna maniobra: una universidad podría aprobar el equivalente a dos cursos (incluido el que se ha estudiado como título propio) en uno. Aprobar tres cursos en uno parece demasiado incluso si la Administración competente es proclive a hacer la vista gorda.

El nerviosismo se respiraba ayer en la biblioteca que la Católica tiene junto a las Torres de Quart: por los exámenes finales, y porque el miedo a acabar atrapados en un limbo universitario no oficial crecía entre los alumnos, a pesar de los mensajes tranquilizadores del decanato. "Te engañan, pero es que te dejas engañar", decía una alumna, "porque si quieres estudiar esto, no te queda otra que seguir". "Aunque ahora, con esto de que han vuelto a rechazar la homologación", añadía, "muchos están dándole vueltas a lo de irse de la Católica. Y cuesta centrarse en estudiar".

Alumnos de la Católica, a la entrada del antiguo convento donde tiene la biblioteca.
Alumnos de la Católica, a la entrada del antiguo convento donde tiene la biblioteca.JESÚS CISCAR

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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