Aire de cine para la nueva ópera del Teatro Real
Leos Janácek (1854-1928) ponía música a las palabras. Incluso a las de la calle. El escritor Milan Kundera, su paisano checo, recordaba su imagen más célebre: "Un hombrecillo con bigote, de espesa cabellera blanca, se pasea, con una libreta abierta en la mano, y escribe con notas musicales las palabras que oye en la calle". Por eso El caso Makropulos, la ópera en tres actos de Janácek que hoy estrena el Teatro Real, respeta el idioma original del compositor, el checo. "Si Janácek hubiera sido británico, español o alemán, habría hecho una música diferente. Cada palabra tenía una melodía unida", reiteró el británico Paul Daniel, el director musical de esta coproducción entre el Teatro Real y la Ópera Nacional de París.
Hay más de un centenar de entonaciones del lenguaje hablado en los cuadernos de Janácek, que comprenden desde discursos protocolarios del primer ministro a conversaciones callejeras. La diva de El caso Makropulos es Emilia Marty (la soprano alemana Angela Denoke), una mujer enigmática, dura, inmortal. "Nadie vive 300 años sin cambiar", afirma. Por eso Emilia, durante los 337 años que ha cumplido cuando arranca la función, ha ido superponiendo identidades como capas de cebolla hasta ocultarse tras una cáscara fría e indiferente. Y tal vez por eso el polaco Krzysztof Warlikowski, director de escena, la recrea a veces como la Marilyn Monroe carnal de La tentación vive arriba y a veces como la Rita Hayworth de Gilda.
Warlikowski actualiza una ópera estrenada en Brno en 1926, dos años antes de la muerte de su creador, con fragmentos documentales sobre Marilyn, una videoinstalación y una escenografía que incluye a un impactante King Kong. Janácek se inspiró en una comedia de Karel Capek para componer la música de esta parábola sobre la desazón de la inmortalidad y a la que dio un aire de thriller. "Mi intención era indagar en el significado de la inmortalidad. Pensé en Marilyn porque es un icono, de alguna manera es inmortal", explicó Warlikowski.
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