El PP pone al Gobierno a la defensiva en el Senado
Al presidente Zapatero por poco se le caen los folios de las manos. "Señoría, le ruego concluya", le interrumpió Javier Rojo, el presidente del Senado, cuando apenas comenzaba a entrar en calor para responder a la tremenda bronca que ayer le echó Pío García-Escudero en nombre del PP. Tocaba economía. El PP, que dedicó todas sus preguntas a la situación económica, intentó trasladar al Senado una sensación de descontrol e inestabilidad a la que contribuían las noticias del día sobre la huelga de transportes. Ni Zapatero ni ninguno de los cinco ministros interpelados consintieron en pronunciar la palabra crisis.
"¿Cuál es la diferencia entre desaceleración acelerada y crisis económica?", preguntaba ayer García-Escudero. "Le dejo a usted los debates conceptuales, a lo mejor puede organizar un seminario", contestó Zapatero. Pero el portavoz popular desplegó además una minuciosa recopilación de todos los datos que cada día ponen más difícil al Gobierno eludir la palabra crisis.
A saber: "El índice de confianza de los consumidores en el nivel más bajo de la historia; 380.000 parados más que hace un año; inflación, el doble que hace un año; la hipoteca media se ha incrementado en 700 euros; las ventas de pisos caen un 72%; récord mundial en déficit comercial...". En opinión del PP, "una economía paralizada, el consumo en caída libre, la construcción hundida y el aumento del paro no sabemos dónde va a llegar".
"¿Nos chupamos el dedo?"
"Cada vez es más evidente que los acontecimientos le están desbordando", dijo el portavoz del PP, que no se privó de relacionar todo eso con la huelga de transportes. "Usted sigue con la idea pueril de que lo que no se nombra no existe", insistió García-Escudero. "Piensa que los españoles nos chupamos el dedo". El presidente estuvo rápido: "Coincidimos en una cosa, los españoles no se chupan el dedo, como demostraron el 9 de marzo".
Zapatero habló de la devolución de los 400 euros, de los 7.000 millones en obra pública para absorber el paro de la construcción, del decreto de medidas urgentes del primer Consejo de Ministros. Pero cuando llegó al meollo del discurso, a que todo está condicionado por el precio del petróleo, Rojo le mandó parar. En la pasada legislatura, los debates entre Pío y Zapatero casi no tenían límite de tiempo, con la complicidad de Rojo. Para esta, los portavoces del Senado acordaron limitar a siete minutos el tiempo total de cada uno. García-Escudero se ajustó como un reloj. Zapatero no contaba con que le cortaran. Su mirada de asombro a Rojo fue el comentario de la jornada.
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