Del garbanzo al Estatuto
El Parlamento ha debatido más de 400 proyectos de ley, pero es más conocido por sus tránsfugas
Las primeras cuatro filas de asientos permanecieron vacías en la primera sesión de la historia de la Asamblea de Madrid. Era miércoles aquel 8 de junio de 1983 (hoy se cumplen 25 años) y los invitados más relevantes, los miembros del Gobierno socialista de Felipe González o el entonces alcalde Enrique Tierno Galván y otros altos cargos, no fueron al Paraninfo de la Universidad Complutense del viejo Caserón de San Bernardo.
Nada que ver con el pleno extraordinario que vivirá el próximo jueves la cámara, situada ahora en la plaza de la Asamblea, en Vallecas, y entregada a la celebración de su primer cuarto de siglo por todo lo alto. Los ocho presidentes de la cámara, más los dos máximos responsables de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina (PSOE) y Alberto Ruiz-Gallardón (PP) han comprometido su asistencia, y también está invitado un gran número de personalidades.
Hay pocas similitudes entre aquel Parlamento y el de ahora. Los fríos pasillos del destartalado caserón de San Bernardo, donde el hemiciclo repartía sus filas de escaños frente a frente, se han transformado en los dos espaciosos edificios de Vallecas, con amplias cristaleras, en el que el Parlamento se distribuye en semicírculo.
De los 94 escaños de entonces, se ha pasado a 120. En 1983, las mujeres suponían apenas el 11,7% de los diputados y hoy las parlamentarias son el 43,3%, el mayor número de la historia de la Cámara. La primera presidenta de la Asamblea no llegaría hasta la segunda legislatura: fue Rosa Posada, ahora secretaria primera de la Mesa de la Cámara. Y sólo dos diputados han permanecido estos cinco lustros: el popular José María de Federico y el socialista Francisco Cabaco.
"Ésta es una asamblea que ha tenido presidentes de todos los partidos y ninguno ha repetido, lo que denota que la vida política ha sido rica", afirma la presidenta de la Cámara, Elvira Rodríguez. En las ocho legislaturas se han debatido en la cámara más de 400 proyectos de ley, aunque sólo una minoría ha subido a categoría de norma. Casi cada aspecto de la vida de los madrileños pasa alguna vez por la Asamblea. Allí se ha discutido sobre el Estatuto de Autonomía, las fiestas regionales y hasta las subvenciones a las legumbres. Aunque el parlamento autonómico es más conocido por lo que grita que por lo que regula.
En su corta historia, ha habido tres tránsfugas en la Asamblea que, a su pesar, son los que le han dado fama. El primero fue Nicolás Piñeiro, del Partido Regional Independiente Madrileño (PRIM), que en junio de 1989 se negó a votar con su único compañero a favor de la coalición de centro-derecha formada por PP-CDS y que quería llevar a un jovencísimo Ruiz-Gallardón a desbancar al socialista Leguina de la presidencia. Un solo voto les impidió ganar.
Casi 20 años después, son más famosos Eduardo Tamayo y María Teresa Sáenz, cuya ausencia permitió en el verano de 2003 que nunca llegara a formarse un gobierno de izquierdas como habían votado por mayoría los madrileños. "Visto con la perspectiva del tiempo, creo que el asunto pendiente de la democracia madrileña es aclarar qué pasó", asegura el ex portavoz de IU, Fausto Fernández. "Es la mejor fórmula para evitar que vuelva a repetirse".
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