LA SOLEDAD DEL TRAIDOR.
Ningún diputado de la izquierda escuchó a Eduardo Tamayo, tránsfuga del PSOE que impidió el 10 de junio de 2003 la investidura del socialista Rafael Simancas. "No teníamos la más remota idea de lo que iba a ocurrir", recuerda el ex portavoz de IU, Fausto Fernández, que negociaba entonces la formación de Gobierno. "Pasados cinco años, creo que el germen estaba en el PSOE, pero sin la colaboración necesaria del PP nunca se hubiera permitido la mayor violación que ha sufrido la democracia", añade Fernández.
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