Morante muerde a los toros
Morante muerde a los toros. Da vueltas a su alrededor y, en cuanto puede, lanza bocados a su oponente con tanta rabia que termina con la boca completamente ensangrentada. Pero no queda ahí la cosa. Manzanares es especialista es hacer piruetas ajustadísimas en la misma cara del toro. Pero que nadie se lleve las manos a la cabeza. Uno y otro son dos caballos estrellas de la cuadra de Diego Ventura. Pericalvo, propiedad de Cartagena, baila en la cara del toro, y la yegua Carioca, del mismo rejoneador, coloca sus manos en el estriba de la barrera.
Todos ellos levantan pasiones entre el público de este espectáculo, en el que cada vez tiene más protagonismo el caballo, y el toro no deja de ser un mero comparsa. Sobre todo, estos toros, mansos de solemnidad. De este modo, no triunfa más aquel que mejor torea a caballo, que, ayer, fue Sergio Galán, sino el que cuenta con caballos más espectaculares. Y ése es, sin ningún género de dudas, Diego Ventura, con la ayuda inestimable de sus equinos, especialmente Morante y Manzanares.
Los Espartales / Cartagena, Galán, Ventura
Toros despuntados para rejoneo de Los Espartales, bien presentados y muy mansos.
Andy Cartagena: rejón bajo (palmas); pinchazo y rejón trasero (oreja).
Sergio Galán: rejón en lo alto (oreja); tres pinchazos, bajonazo y dos descabellos (silencio).
Diego Ventura: rejón trasero y un descabello (dos orejas); rejón en dos tiempos y descabello (oreja): salió a hombros por la puerta grande
Plaza de Las Ventas. 7 de junio. Quinta corrida de la Feria del Aniversario. Lleno.
Pero como se torea tan poco a caballo, quede constancia de que Sergio Galán aún pretende hacer las cosas como mandan los cánones clásicos, aunque nadie se lo reconozca. De los tres rejoneadores, fue el único que intentó clavar al estribo; es decir, en el momento del encuentro entre toro y caballo. Su labor sólo encontró el premio de una oreja por el mal manejo del rejón de muerte en el quinto.
Tampoco fue muy afortunado Andy Cartagena, que se empleó a fondo en perseguir a sus toros, acobardados en tablas. Pasó muchas veces en falso, por lo que su labor no pasó de discreta.
Pero el público lo pasó bien con Morante y Manzanares, auténticos artistas de circo, montados por un joven con cara de domador nacido en algún país del este, que está convencido de que las piruetas y bocados son adornos imprescindibles para cortar las orejas. Es un buen caballero este Ventura, sin duda, pero clava siempre a la grupa, y el rejoneo clásico parece importarle poco.
A la salida del sexto nadie podía imaginar que estaba por llegar lo mejor, según la reacción del público. Ventanillo se llamaba uno de los toros más mansos lidiados este año. Lo esperó Ventura en el centro del ruedo con la intención de colocarle un rejón al quiebro, pero falló estrepitosamente; pero lo más sorprendente es que volvió a marrar en el segundo intento. El toro, aburrido, se olvidó del caballo y saltó al callejón para alborozo general y terror de una señora que se guarecía en un burladero interior y que se encontró con la masa negra encima de su cabeza. Consiguió Ventura que se olvidara de las tablas y se lució con banderillas al quiebro, que fueron la antesala de una nueva puerta grande.
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