El pacto de los veterinarios

Imposible hablar con ningún otro veterinario que no fuera el decano de los mismos en Las Ventas, José Manuel Durán: teléfonos falsos o equivocados, pérdidas repentinas de agendas y negativa por parte de la gerencia de la empresa a facilitar los teléfonos de quienes cobran del erario público y parecen obligados por ello a dar cuenta de su gestión profesional. Se detectaba entre ellos una suerte de pacto para que así fuera. La pregunta inicial era clara: ¿Qué tienen que decir los veterinarios de la plaza ante las protestas por las caídas de los toros? También estaba claro que, sobre el tema, no iba a hablar más que Durán: "Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en el hecho de que se caigan los toros en el ruedo. No tenemos otro método previo a nuestro alcance para detectar estas posibles anomalías que el examen de los toros a la vista en los corrales y ahí, en efecto, es grande nuestra responsabilidad: un toro es una cosa muy seria y no se puede jugar con él ni manipularlo; te lo puedes cargar. Nosotros observamos sus reflejos y sus estímulos; si está convenientemente musculado y la correcta distancia entre sus articulaciones, factor muy importante para considerar el comportamiento de sus extremidades en el ruedo. Si el toro no nos convence en cualquiera de estos aspectos, lo rechazamos".

Su cometido queda reducido a una cuestión de conciencia

Resulta razonable pensar que ningún ganadero que se precie sea capaz de arruinar su prestigio prestándose a complacer a nadie trayendo a Madrid toros que se caigan. Pero también es verdad que el juicio también "a vista" y ya en el ruedo que hacen del trapío de los toros aficionados expertos y nada vociferantes, no coincide en muchas ocasiones con la aprobación a los astados otorgada por los veterinarios. Hay que tener en cuenta que el sólo hecho de lidiar una corrida en Madrid les abre a los ganaderos posibilidades de contratar corridas en otras plazas. Finalmente, como tantas veces ocurre en la vida, el cometido de los veterinarios queda reducido a una cuestión de conciencia y a la demostración de la transparencia de sus actos.

Donde parece que tienen mucho que hacer los veterinarios y se están comenzando a obtener frutos interesantes es en el trabajo sobre el terreno, en las ganaderías, combinando investigaciones genéticas y alimenticias, aunque todavía quedan muchas lagunas que llenar en este tema. A este respecto, resultó particularmente polémica la pasada corrida de Samuel Flores, en la que varios toros fueron devueltos por manifiesta blandura debida, al parecer, al excesivo tamaño de sus pezuñas producto, según se ha dicho, de una deficiente alimentación. José Manuel Durán no lo tiene tan claro: "Yo no puedo hacer un juicio tajante sobre el tema; no soy un especialista en alimentación animal. Lo que sé es que en las últimas corridas que ha lidiado Samuel, particularmente una que salió extraordinaria en la pasada Feria de Albacete, parecía que este problema había quedado medianamente solucionado, lo que le dio pie para pensar que tampoco iba a ocurrir en Madrid".