"Si el Gobierno nos deja, nos quedaremos"
Como muchos habitantes de los pueblos que quedaron arrasados por el terremoto, Tang Aiguo tiene miedo de que el cielo le caiga sobre la cabeza. Por ello, camina entre las ruinas de lo que fue Yingxiu, un pueblo a pocos kilómetros del epicentro, con un casco de ciclismo sobre la cabeza. La protección, de un fuerte color azul, y sus gafas desmesuradas imprimen un aire surrealista a la escena, en este valle de acceso peligroso y montañas boscosas, ahora rastrilladas por gigantescas avalanchas de tierra y rocas de dos pisos de alto. Tang, de unos 50 años, fue afortunado cuando la tierra le sacudió mientras dormía en la tercera planta de su edificio. "Salimos huyendo, y tuvimos suerte. Nadie de mi familia resultó herido", dice.
Nunca olvidará las horas que siguieron al temblor. "Los médicos del hospital de Yingxiu no tenían medicamentos ni material para tratar a los heridos". A su alrededor, el paisaje es desolador. Las brigadas de desinfección fumigan las ruinas. La preocupación de Tang ahora es cómo rehacer su vida.
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