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Reportaje:La lidia / Feria de San Isidro

Un científico en la lidia

Javier Cañón, catedrático de Genética, asesora a los ganaderos sobre la forma de mejorar la especie

Javier Cañón es el científico que ayuda a diseñar los toros de lidia. Este catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid asesora a los ganaderos y les dice qué mérito genético tienen sus animales para los caracteres de interés en la lidia: si el morlaco que se cae con frecuencia está predispuesto por su genética o si lo hace por alguna otra razón (una enfermedad, el ambiente, la alimentación). Los criadores utilizan sus dictámenes para cruzar los ejemplares e ir mejorando -a veces, quién lo diría- la raza. La conclusión "es que el toro de hoy no se parece en nada al de hace 50 años. Antes un toro de 500 kilos tenía siete años y hoy pesa eso con cuatro", según explica en el laboratorio, salpicado de carteles de toros de lidia.

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Los ganaderos más preocupados por la ciencia le envían a Cañón unas fichas en las que valoran la fiereza, la embestida, cómo humilla, su agresividad, si se cae o la nobleza de sus ejemplares. "Ellos puntúan cómo se comporta el animal en la tienta y les damos el mérito genético de las características, si los genes les predisponen para embestir".

Con el resultado, las ganaderías diseñan sus toros. "Si tienen ejemplares muy fieros pero que no embisten bien, los cruzan con los que le salen con un mérito genético alto para embestir mejor. Si les falta fiereza, lo contrario". Y muestra una gráfica de Domeq desde 1960. Han mejorado su toreabilidad, pero no en fiereza: "Por eso ahora cruzan con los ejemplares con genéticamente más probabilidades de ser fieros".

Acaba de publicar en la revista científica Animal Genetics un estudio sobre las diferencias genéticas de las ganaderías. Lo hizo en colaboración con la Unión de Criadores de Lidia. Tras analizar 24 genes de 1.683 toros de 29 encastes descubrió que las ganaderías actuales proceden de un número elevado de orígenes genéticos. Pero tomando como referencia dos -Conde de la Corte por un lado y Santa Coloma-Saltillo-Vega Villar por otro- los encastes muestran claras diferencias genéticas. Descendientes de estos últimos y casi puros son Miura, Pablo Romero o Conde de Santa Coloma, los más salvajes en la plaza. En el otro extremo aparecen Domeq, Torrestrella o Atanasio, las preferidas por los toreros. En medio hay una enorme mezcla genética. Algunas de esas ganaderías ignoraban su grado de cruce.

A Cañón le hace ilusión la publicación del estudio en la revista internacional, ya que la mayoría rechaza trabajos sobre la lidia: "Se niegan porque dicen que es una raza criada para un espectáculo cruel". Tiene identificadas la mayoría de las ganaderías: "Con una muestra de sangre podemos decir de qué ganadería se trata con una fiabilidad que en la mayoría de los encastes supera el 90%".

Cañón insiste en que él no es experto en la fiesta, sólo en la genética, pero hay cosas que le cuesta comprender: "En Las Ventas piden toros de 600 kilos y luego quieren que no se caigan. ¿No sería mejor un toro más pequeño y que salte y se mueva?"."Con sólo una muestra de sangre sabemos de qué ganadería se trata"

Javier Cañón, en el laboratorio de la Facultad de Veterinaria.
Javier Cañón, en el laboratorio de la Facultad de Veterinaria.ISAAC F. CALVO
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