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Un cambio positivo

La nueva legislatura ha empezado con un cambio importante en unas áreas que, por sus competencias, tienen una fuerte incidencia en las políticas que afectan a las zonas rurales: el nuevo Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.

Sin duda, con este cambio se inicia una nueva etapa en las políticas ambientales, agrarias y de desarrollo rural. Desde la Fundació del Món Rural queremos ser optimistas sobre la potencialidad que ofrece esta nueva organización ministerial.

Somos positivos porque no se diluyen las competencias de ninguno de los ámbitos sectoriales que se fusionan en el nuevo ministerio. Como establece el Real Decreto 432/2008, de 12 de abril, por el que se reestructuran los departamentos ministeriales, el nuevo ministerio no tendrá menos competencias que la suma de los ministerios que fusiona, pues asume tanto las competencias atribuidas al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, como las que tenía atribuidas el Ministerio de Medio Ambiente. Por otra parte, nada debe hacernos suponer que dispondrá de menos recursos que los antiguos ministerios para alcanzar sus objetivos, sino al contrario: la nueva organización puede contribuir a optimizar su rendimiento.

El nuevo ministerio está en sintonía con políticas europeas de desarrollo que apuestan por modelos menos agraristas y más transversales

Somos optimistas porque el nuevo ministerio reúne unas áreas que ineludiblemente se interrelacionan. El sector agrario, eje de la actividad económica del medio rural, es un agente indispensable, no sólo por su papel de productor de alimentos, sino también por el papel estratégico que desempeña para la vertebración y conservación del territorio y el paisaje. Para el mantenimiento del territorio es necesario que haya personas que lo gestionen, lo cultiven y, en general, lo mantengan. Y para que haya personas que habiten en el medio rural, es necesario asegurar que dispongan de los mismos servicios de que dispone cualquier otro ciudadano y de oportunidades para desarrollarse profesional y personalmente. A su vez, las políticas para potenciar el desarrollo económico y social del medio rural tienen que ser respetuosas con el entorno en el que se aplican, es decir, sostenibles ambientalmente. Finalmente, la lucha contra el cambio climático no se entiende sin el papel estratégico que desempeñan los agricultores ni sin un medio rural vivo, pero conservado. No hay, pues, lugar a dudas sobre la complementariedad entre estos ámbitos.

Por tanto, no debemos pensar que el nuevo ministerio difumina la importancia de las áreas que quedan bajo su competencia. Pasamos de la dispersión en distintos departamentos de materias estrechamente vinculadas, a la integración de éstas en un único ministerio. La suma de las partes puede tener más fuerza que cada parte por separado y eso puede ser un paso hacia política más integradoras y coherentes para el conjunto. Si hasta hoy hablábamos de desarrollo rural, de política agraria y de medio ambiente, como si fuesen conceptos separados o independientes -a veces incluso confrontados-, a partir de este momento podremos integrarlos más fácilmente dentro del concepto de desarrollo rural sostenible.

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Finalmente, no creemos que el cambio signifique nadar a contracorriente, sino al contrario: va en sintonía con la filosofía de las políticas europeas de desarrollo rural, apostando por un modelo de desarrollo rural menos agrarista y más transversal. El desarrollo rural deja de tener en cuenta únicamente las políticas agrarias para dar importancia a otros temas, tales como la asistencia social, las infraestructuras, la preservación del medio ambiente, etcétera. Y esto es así con el objetivo fundamental de mantener a la población arraigada en el territorio y también para el propio desarrollo del sector agrario. Además la nueva organización ministerial es coherente con la línea por la que ha apostado el Gobierno con la aprobación, el pasado 13 de diciembre de 2007, de la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, basada también en una visión integral del desarrollo rural.

Así pues, somos positivos, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino debe ser un paso hacia unas políticas coherentes e integradoras de desarrollo rural, de la política agraria, de gestión del agua, del medio natural y de respaldo y progreso de la industria agroalimentaria, que, con toda seguridad, serán ahora más potentes y eficaces.

No deberíamos extrañarnos de que, en un futuro, en Cataluña se siga un camino semejante, reuniendo en una misma consejería competencias similares a las que reúne el nuevo ministerio, como de hecho ya pasó cuando hace años estuvieron integradas en el Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca.

Francesc Cribillers y Jaume Pallé son director y técnico, respectivamente, de Políticas Institucionales la Fundació del Món Rural.

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