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Tribuna:Laboratorio de ideas
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La estrella del dólar se apaga

Este mes, cuando se reúnan los líderes financieros de todo el mundo en el encuentro anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, quizá deberían alegrarse de que no haya ninguna alternativa clara frente al dólar como moneda estándar mundial. Si el euro estuviera realmente preparado para saltar al estrellato, podríamos ver tranquilamente cómo el tipo de cambio euro-dólar supera los 2 dólares, y no simplemente 1,65 o 1,70, como parece listo para hacer en cualquier caso. No se puede tratar a los clientes tan mal como ha hecho últimamente Estados Unidos si tienen la posibilidad de irse a otro lugar.

Durante los últimos seis años, el valor del dólar, lastrado por el comercio, ha caído más de un cuarto de punto, al tiempo que Estados Unidos ha seguido acumulando déficit comerciales sin precedentes en la historia. La tendencia del dólar a largo plazo, con una economía blanda, un sistema financiero que corre un gran peligro y graves preocupaciones por el aumento de la inflación, es a la baja, independientemente de cómo llegue a su fin la crisis actual. Y no se ha acabado.

Es poco probable que se mantenga el rescate de la Reserva Federal del sistema financiero

Es poco probable que el rescate por parte de la Reserva Federal del sistema financiero se mantenga en pie a menos que los bancos encuentren capital nuevo..., y en grandes cantidades. Los fondos soberanos "ultrarricos" tienen el dinero en efectivo necesario para salvar a los bancos estadounidenses, pero no es muy probable que quieran hacerlo llegados a este punto, incluso aunque el sistema político de Estados Unidos lo permitiera. En cambio, conforme se prolongan la crisis crediticia y el descenso del precio de la vivienda, cada vez parece más probable que vaya a haber un rescate hipotecario épico, que puede que les cueste a los contribuyentes estadounidenses un billón de dólares o más. El problema es que, después de tantos años de bajísimo rendimiento de los activos en dólares, ¿van a estar los inversores globales verdaderamente dispuestos a absorber otro billón de dólares en deuda estadounidense con unos tipos de interés y de cambio similares a los actuales?

La deuda estadounidense no tiene ninguna pinta de ser una ganga, incluso aunque el dólar no estuviera desplomándose. Las desventuras militares en sitios remotos siguen empleando los recursos fiscales del país, con costes que pueden llegar a alcanzar muchos billones de dólares, según un estudio reciente realizado por Linda Bilmes y Joseph Stiglitz. El año que viene veremos casi seguro cómo aumentan enormemente las demoras en los pagos en las empresas estadounidenses, a pesar de que muchas empresas entraron en la recesión con unas cuentas de resultados relativamente fuertes.

Las finanzas estatales y municipales están aún peor. Tras la caída en picado de la recaudación fiscal como consecuencia del descenso de los precios de las viviendas y las rentas, docenas de municipios de Estados Unidos podrían declarar una suspensión de pagos, como hizo la ciudad de Nueva York en los años setenta. Los bonos municipales estadounidenses ya se están cotizando con una prima de riesgo descomunal, y ni siquiera se ha empezado a sentir todavía la primera gran demora en los pagos del Gobierno.

Está claro que si dentro de poco el dólar se cayera de su posición privilegiada como moneda dominante en el mundo, el euro sería la única alternativa seria. El yuan podría perfectamente suplantar al dólar en la segunda mitad de este siglo. Pero los controles draconianos del capital en China y la enorme represión financiera que se vive en la actualidad la incapacitan como ancla del sistema económico global.

Afortunadamente para el dólar, el euro también parece tener sus propios problemas. Los bancos europeos siguen estando balcanizados, con muchos reguladores nacionales dispersos tratando de promocionar a sus propios campeones. Puede que toda la deuda de los Gobiernos europeos esté denominada en euros, pero la deuda alemana y la italiana no tienen nada que ver la una con la otra, así que al mercado europeo de bonos del Estado le faltan la profundidad y la liquidez del mercado de las letras del Tesoro estadounidenses.

Además, los inversores internacionales pueden comprar y vender propiedades inmobiliarias con mucha más facilidad en Estados Unidos que en la mayor parte de Europa. Y la ausencia de una política fiscal a escala europea crea una incertidumbre considerable respecto a cómo se financiaría el Banco Central Europeo (BCE) a sí mismo si de repente tuviera que hacer frente a grandes pérdidas por deudas bancarias basura tras un rescate de calado.

Pero el euro tiene cada vez más puntos fuertes. Con los tipos de cambio de los mercados actuales, la Unión Europea es más importante desde el punto de vista económico que Estados Unidos. Los nuevos miembros de Europa Central y del Este están aportando un dinamismo y una flexibilidad enormes. Al mismo tiempo, el BCE ha ganado bastante credibilidad por la forma en que ha abordado la crisis crediticia global. De hecho, si la zona euro pudiera convencer al Reino Unido para que se convirtiera en un miembro de pleno derecho, con lo que adquiriría uno de los dos centros financieros principales del mundo (Londres), el euro podría empezar de verdad a parecer una alternativa viable frente al dólar.

En 1971, cuando el dólar se desplomó, hacia el final del sistema de tipos de cambio fijado durante el periodo posterior a la II Guerra Mundial, el secretario del Tesoro estadounidense, John Connally, les dijo a sus homólogos extranjeros la famosa frase de "el dólar es nuestra moneda, pero es vuestro problema". Y la exaltada categoría mundial del dólar ha sobrevivido desde entonces, a pesar de muchos episodios de negligencia y abusos.

Los estándares monetarios mundiales tienen una inercia enorme. La libra británica no le cedió el trono al dólar estadounidense hasta más de 50 años después del declive industrial y dos guerras mundiales. Pero, esta vez, podría ocurrir mucho más rápido. Cuando los gobernadores de los bancos centrales y los ministros de Finanzas sopesen cómo intervenir para ayudar a mantener a flote el dólar, también deberían empezar a plantearse qué hacer cuando llegue la hora de cortar el grifo.

Kenneth Rogoff es catedrático de Economía y Política Pública de la Universidad de Harvard, y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional. (c) Project Syndicate, 2008.

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