"Negociamos la paz con un ojo en 2009"
"Hace 60 años de la Nakba -el desastre-, la fundación de Israel; 41 años de la ocupación de Cisjordania y Jerusalén-Este; 15 años de los acuerdos de Oslo; seis años de la oferta de paz de la Liga Árabe a Israel; cinco meses de la iniciativa de Anápolis con el compromiso de acordar la creación de un Estado palestino durante el mandato del presidente Bush (que concluye en enero) e Israel ha establecido desde entonces docenas de nuevos asentamientos en los territorios ocupados".
El que habla, en un castellano pulido y macizo que aprendió como embajador en Colombia, es Riad Malki, ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, cuyos Asuntos sólo pueden ser exteriores porque los Interiores los tiene todos Israel; y el enviado árabe estuvo la semana pasada en Madrid para informar a su colega español, Miguel Ángel Moratinos, de la marcha de las negociaciones entre su presidente, Mahmud Abbas, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert. ¿Pero, dijo marcha? ¿No quiso decir parálisis? Malki, profesor universitario, con paciencia bien entrenada, no pronuncia nunca esa palabra, pero su discurso induce al interlocutor a no dudar de que parálisis, haberla, hayla.
Pregunta. Sólo ha enumerado razones para no negociar. Díganos por qué sí hay que hacerlo.
Respuesta. Hemos luchado con las armas en la mano y hemos fracasado. El equilibrio de fuerzas nos es desfavorable. Pero el mundo ha cambiado y no queremos hablar en el vacío, en una lengua diferente a la del resto del mundo. El interés del pueblo palestino es hoy la negociación, que es otra forma de resistencia a la ocupación con el mínimo coste; no queremos pagar con vidas la paz y la independencia.
P. ¿Pero cree el Gobierno palestino en las conversaciones?
R. En la negociación hay riesgos muy grandes, pero hemos de seguir intentándolo para demostrar a la comunidad internacional que el pueblo palestino quiere la paz, y si todo fracasa, que no se nos pueda culpar de ello. Si Israel no quiere la paz, ha de quedar muy claro. Por eso Mahmud Abbas ha visitado a Vladímir Putin en Moscú y se entrevistó el jueves con George W. Bush en Washington; y yo, Madrid.
P. ¿Ha habido algún progreso en cinco meses de negociaciones?
R. Tengo confianza en que la paz es posible en 2008, aunque con ciertas condiciones. Si Estados Unidos y la UE comprenden que podemos perder una oportunidad histórica, y lo que pasaría en la región con la victoria de los extremismos, pensamos que la opinión mundial puede presionar a Israel. No hay que invertir en el no porque la paz es posible.
P. ¿Una paz sin Hamás?
R. Abbas cree en la unidad y que Hamás tiene la legitimidad como partido que ganó en las elecciones de 2006. La AP sigue pagando los sueldos de 77.000 empleados públicos en Gaza; pagamos el agua, la luz y no hay impuestos. Lo que tiene que hacer Hamás es renunciar al poder en Gaza, y dialogar, como pide la mediación de Yemen, ya aceptada por Abbas, y entonces podremos ir a elecciones anticipadas, presidenciales y legislativas. Sería esencial tener a Hamás con nosotros si llegamos a algún acuerdo con Israel y lo sometamos a referéndum de todo el pueblo, refugiados incluidos.
P. ¿Pero qué pasa si no hay acuerdo de paz en 2008?
R. Nos sentaremos con nuestros hermanos árabes para hacer cuentas en septiembre u octubre, y ver qué opciones tenemos. Pero aunque negociamos la paz para 2008, lo hacemos con un ojo puesto en 2009.
P. No parece que Israel vaya a retirarse de las colonias que rodean la Jerusalén árabe.
R. La retirada de Gaza se puede repetir en Cisjordania, y además está el intercambio de territorios, pero teniendo en cuenta no sólo la extensión sino la calidad de los mismos. Primero Israel tiene que reconocer el principio de la retirada de todos los territorios, como establece la resolución 242 de la ONU. Y después hablaremos de intercambio. Si no quieren un Estado judío con más palestinos que israelíes, tienen que retirarse. Lo otro es condenarse a no vivir en paz. ¿O prefieren vivir con miedo eternamente?
El doctor Malki lleva muy bien una cincuentena llena de fe, pero no fantasías. ¿Cabe esperar algo de un nuevo presidente norteamericano? Y contesta que da igual quien mande en Washington, porque nada alterará el apoyo a Israel. "La única solución pasa por la retirada a las fronteras anteriores a 1967, con mínimas modificaciones". El ministro del despacho universal, como se llamaba al de los asuntos del mundo en la monarquía filipina, seguía viaje. Tenía tanto que explicar.
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