_
_
_
_
Crítica:LIBROS | Poesía
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El 27, en punto

José-Carlos Mainer

Puede que a alguien le escandalice y quien lo tenga por esnobismo de antólogo: entre las secciones 'El fin del ultraísmo' y 'La joven literatura', Andrés Soria Olmedo ha incluido 'Unos cuplés' (La violetera, El relicario y Las tardes del Ritz, entre otros); en la plenitud de la vanguardia y antes de 'Hay que romper las normas', hallamos María de la O y Ojos verdes; al lado del exilio y tras la Guerra Civil, las palabras gachonas de Tatuaje. Pero el autor de esta antología no es un provocador trivial ni un recién llegado. Es coautor, con Enric Bou, de la impagable edición del epistolario intercambiado entre Pedro Salinas y Jorge Guillén y ha publicado un libro esencial sobre la poesía lorquiana, Fábula de fuentes. Tradición y vida literaria en Federico García Lorca. Y tengo para mí que Francisco Rico, director de esta antología crítica de la Poesía Española, no ha podido elegir mejor compilador que este granadino de amplias lecturas, amigo de escritores ejercientes, filólogo muy serio pero también dotado de un secreto instinto de subversión inteligente y zumbona.

Las vanguardias y la generación del 27. Poesía española. Antología crítica

Poesía española. Antología crítica

Andrés Soria Olmedo (editor)

Dirigida por Francisco Rico. Volumen 8

Centro para la Edición de los Clásicos

Españoles-Visor. Madrid, 2007

1.103 páginas. 40 euros

Es una antología hecha desde dentro mismo del problema que plantea, sin perder de vista los riesgos inherentes a una selección

Son las mejores virtudes para sobrevivir en un territorio -la antología- muy contaminado de la guerra de cánones, como demuestran monografías recientes, entre otras Los museos de la poesía, dirigida por Alfonso García Morales, y Anthologos: poética de la antología poética, de José Francisco Ruiz Casanova. Ambos libros son triacas recomendables para futuros antólogos a las que debe añadirse la lección de escepticismo profesional de una cita de David Lodge, que copia Soria a la entrada de las mil cien páginas que recogen su trabajo. Pero ésta es una antología hecha desde dentro mismo del problema que plantea, sin perder nunca de vista los riesgos inherentes a una selección. Por eso, los textos populares están como testigos de una recepción inesperada de los poemas. Y por eso también, el largo prólogo (128 páginas) está escrito a partir de un escrutinio -cuidadoso pero muy selectivo- de la bibliografía dominante, sintetizándola a la vez que proponiendo sutilmente nuevas soluciones. Del mismo modo, el cuerpo de la antología se ha construido desde la secuencia histórica de las actitudes poéticas, sin preservar la falsa coherencia que dictan los grandes nombres y tomando en cuenta la recepción de los textos, antes que su misma producción (por eso los Sonetos del amor oscuro aparecen al final de la posguerra, como si fueran textos del exilio aunque Lorca muriera en 1936). Incluso la presentación de cada poeta se ha confiado al coro de voces de sus contemporáneos, a modo de un montaje de citas bien traídas. Y el título elegido, tan imparcial, revela la convivencia e interacción de los dos conceptos que se han venido atribuyendo la jurisdicción del territorio estudiado, las vanguardias históricas y la llamada generación del 27.

Como el mismo Soria recoge, ese concepto de generación es un objeto fundamentalmente emocional, elaborado a medias por la precoz conciencia de grupo y la nostalgia (propia y ajena) de un periodo literario de brillantez irrepetible, una suerte de afortunada juventud de todos, quizá como refleja la foto clave del Ateneo sevillano en diciembre de 1927. Aquí hallaremos un estupendo estado de esta cuestión y un buen repertorio de otras instantáneas de los lugares mágicos del hechizo generacional -la Residencia de Estudiantes, la Revista de Occidente y el propio Ortega, el ascendiente de Juan Ramón Jiménez ("no tiene igual su autoconstrucción como poeta"), o "el pasado presente" que dicta una lectura nacional de la literatura española del pasado-, pero también hay una constelación de otros referentes acotados siempre por títulos muy certeros, y como prólogo necesario, una oportuna discusión acerca del sentido y los alcances de la modernidad en la literatura española.

El autor de la antología nos dice que la ha concebido como un museo, dividido en "salas", pero su articulación es más compleja: las estancias se suceden de acuerdo con la cronología, pero también se superponen y se discuten entre sí. Lo mismo que hace el largo prólogo donde el asedio a la realidad multiplica los frentes sin pretender la unidad, que siempre tiene mucho de simplificación. Y si se quería atender a esa iluminación multiplicada, no era fácil hallar mejor arranque para la antología que un apartado sobre 'Juan Ramón Jiménez y la crisis de los valores modernistas' (en cita implícita del valioso ensayo de Michel Décaudin sobre la poesía francesa del primer decenio del XX). Como es sabido, el Diario de un poeta reciencasado encierra muchos guiños metaliterarios. Y uno de los más significativos es la noticia de la muerte de Rubén Darío, con una conclusión-consigna "¡silencio al mirto!", que aquí hallaremos. Tras ella, viene ese grupo necesario que transita de los últimos coletazos del simbolismo a la poesía ultraísta (donde están los poemas de los españoles concernidos pero también alguno de Borges y Huidobro). El centro del museo, por supuesto, es el apartado 2, 'La joven literatura' que diferencia el periodo ascensional hasta 1929 ('Vanguardismo, pureza, lo popular, lo culto') y lo inquieto ('Hay que romper las normas'), donde también encajan el César Vallejo de Trilce y el Pablo Neruda de Residencia en la tierra. ¡Y cómo no había de ser así si se piensa en la edición española de Trilce en 1930 o de la calurosa recepción del cónsul chileno! A la Guerra Civil se le dedica un apartado (del que se debía haber eliminado las 'Nanas de la cebolla' y quizá añadido los poemas bélicos del fascista Luis Rosales, tanto los reflexivos como los militantes de Los versos del combatiente, atribuidos a su hermano "el sargento de morteros José R. Camacho"). Y se llega a la época del exilio (¡qué estupendo título el encendido con brasas de otros, 'Clavel, espada, ira, paraíso'!) y luego, a 'El arrabal de senectud', un periodo coherente y atractivo sobre cuyo interés llamó la atención hace años una monografía de Javier Díez de Revenga.

Una antología histórica y crítica está hecha de trozos pero la prueba de su verdad es que respire por sí misma, como hace ésta. No hay nada que reprocharle porque, en efecto, sus autores "son muchos de los que están", aunque "no estén todos los que son". Un lector canario echará de menos -en la sección primera- algún poema póstumo de Alonso Quesada, cuyo libro Los caminos dispersos perdió el Premio Nacional ante Marinero en tierra. Y en 'Hay que romper las normas', podían haber entrado los versos de Domingo López Torres y Emeterio Gutiérrez Albelo (y en el momento del exilio y el reino, la manera nostálgica de García Cabrera). Todos están reeditados recientemente, como el asturiano Luis Piñer y el aragonés Tomás Seral y Casas, que también hubiera merecido una capilla lateral en la luminosa nave central de esta profana catedral de la poesía. Cicaterías aparte, esta antología está, en fin, a la altura de lo que conmemora.

La generación del 27 vista por Elsa Suárez Girard.
La generación del 27 vista por Elsa Suárez Girard.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_