Los socialistas franceses permitirán aprobar el presupuesto con su ‘no’ a la moción de censura contra Bayrou
El partido de Olivier Faure rompe definitivamente la unidad en la alianza de izquierdas que ganó las elecciones legislativas y está a un paso de lograr evitar la caída de su Ejecutivo
La fumata blanca apareció pasadas las dos de la tarde en el tejado de la Secretaría Nacional del Partido Socialista (PS) francés. Tras largas semanas de negociaciones con el primer ministro, el centrista François Bayrou y, sobre todo, tras ocho meses tomando decisiones de forma colegiada con el Nuevo Frente Popular (NFP), la alianza de izquierdas que ganó las elecciones legislativas de julio del año pasado, la dirección de los socialistas ha decidido no votar la moción de censura contra el Ejecutivo. Lo hace por cuenta propia, rompiendo la unidad del NFP y prácticamente garantizando la aprobación del presupuesto y la supervivencia del Gobierno.
La decisión cambia enormemente el tablero político en Francia. El NFP, del que formaban parte los socialistas junto a La Francia Insumisa, los ecologistas y el Partido Comunista, está roto. El bloque central del Gobierno ya puede negociar por separado con el espectro progresista del Parlamento. Y, sobre todo, elimina de ese grupo de izquierdas todavía hostil a los 66 diputados del PS, que lidera Olivier Faure; un botín considerable para avanzar en esta complicada legislatura. La noticia no puede ser mejor para el primer ministro, que ha sabido templar las aguas en las últimas semanas.
Los socialistas han defendido su posición y aseguran que han arrancado 5.000 millones de euros en concesiones sociales al Ejecutivo, en la sanidad, la enseñanza, la ecología o el precio de la energía.
Bayrou aprobará este lunes dos partes del presupuesto mediante el artículo 49.3 de la Constitución, que permite evitar una votación en el Parlamento. El problema era que dicho mecanismo, que ya utilizó su antecesor, el conservador Michel Barnier, antes de tener que dimitir el pasado diciembre, lleva aparejada la posibilidad de imponer una moción de censura; una herramienta que la izquierdista La Francia Insumisa (LFI) anunció que utilizará. La única incógnita ahora, tras la negativa del PS a secundarla, es saber si esta vez el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen participará del movimiento.
Pese a no votar la censura, los diputados socialistas presentarán una moción espontánea contra Bayrou, como lo prevé el artículo 49 en su apartado 2, de la Constitución. Una iniciativa más bien simbólica para mostrar su oposición a las declaraciones del primer ministro sobre la “sensación de desbordamiento” migratorio. Dado que esta moción tiene pocas posibilidades de ser aprobada por una mayoría —Le Pen nunca la apoyaría porque comparte la idea de “desbordamiento” de la migración—, el Gobierno se muestra confiado en pasar el trámite de este lunes.
A diferencia de Barnier, Bayrou ha apostado por negociar con los socialistas en lugar de hacerlo con la extrema derecha, a cambio de romper la coalición electoral de izquierdas con la que lograron la mayoría en las legislativas de julio pasado. “Hemos corrido el riesgo de negociar con nuestros opositores de siempre, con quienes nos han colocado en esta mala situación”, indicó el diputado socialista Philippe Brun, que respondió así a las críticas de LFI, el partido de Jean-Luc Mélenchon, que les acusa de haber traicionado a la alianza.
Una parte del PS se inclinaba por volver al bloque del Nuevo Frente Popular con los ecologistas y LFI y votar la moción. Pero algunas voces importantes del partido, como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, o el antiguo primer ministro Lionel Jospin, eran contrarios. “En caso de que la moción prospere, lo que ocurriría es que la Administración quedaría sin dirección y, dada la dramática situación financiera en la que nos encontramos, no habría ni presupuesto ni ley de financiación de la Seguridad Social”, advirtió Jospin el sábado en France 5.
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