Washington presiona a Pyongyang
La falta de progresos en la desnuclearización norcoreana preocupa a Bush
Cuando, en febrero del año pasado, Corea del Norte y Estados Unidos alcanzaron el histórico acuerdo en Pekín por el cual Pyongyang aceptó desmantelar su programa de armas atómicas a cambio de un millón de toneladas de petróleo y la normalización de las relaciones con Washington, pareció hacerse la luz al final del túnel de la crisis que enfrenta a los dos países desde hace años.
De acuerdo con las previsiones del pacto, Pyongyang paralizó el reactor de Yongbyon en julio del año pasado y permitió el regreso de los inspectores de la ONU, que habían sido expulsados a finales de 2002. A cambio, recibió las primeras entregas de ayuda.
El proceso parecía bien encauzado. En octubre, Pyongyang se comprometió a desmantelar Yongbyon y a proporcionar para diciembre de 2007 una declaración "completa y correcta" de sus programas nucleares, que, según EE UU, debía incluir el supuesto plan de enriquecimiento de uranio -nunca reconocido por el régimen- y las posibles transferencias de tecnología nuclear a otros países, como Siria.
Pero, cuatro meses después de concluido el plazo, el proceso está estancado. Corea del Norte dice que entregó en noviembre la documentación requerida. EE UU ha asegurado que era incompleta. El punto de fricción ha sido el rechazo norcoreano a discutir los supuestos programa de uranio y transferencias de tecnología.
De ahí que, según algunos analistas, para desbloquear el proceso, Washington ha rebajado la exigencia de que la declaración sea "completa y correcta" y parece contentarse con que el Gobierno de Kim Jong-il "reconozca" las alegaciones sobre estos dos puntos, y acepte la imposición de controles. Los críticos en EE UU, especialmente el ala más conservadora de los republicanos, afirman que Bush parece más interesado en lograr un trato antes de dejar la presidencia que en hacer cumplir al Norte sus compromisos. Bush, sin embargo, ha negado que haya rebajado las demandas.
Una delegación estadounidense regresó ayer a Seúl tras haber estado dos días en Pyongyang para negociar el contenido de la declaración. Según la agencia oficial norcoreana KCNA, las conversaciones fueron "sinceras y constructivas". Los responsables de EE UU declinaron dar detalles.
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