Nuevas profesiones: pirata
La liberación por la Armada francesa de la tripulación de un yate secuestrado en Somalia por una banda de piratas rinde cuenta del renacimiento en aguas del Índico y Pacífico de una lucrativa profesión que conoció un gran esplendor en los siglos XVI y XVII, cuando la piratería era cosa del Primer Mundo, en el Caribe y el Mediterráneo.
Había entonces naciones-pirata y naciones pirateadas. Y la gran agraciada de esta última categoría era España, víctima en el Mare Mostrum del poder berberisco y en las Antillas de ingleses y holandeses que se hacían llamar corsarios; laborantes todos ellos de un criminal comercio con el que erosionar al coloso.
España es por ello la nación del mundo con más pecios por rescatar; aunque eso no significa que el oficio de pirata fuera una bicoca, porque en toda la historia de la Carrera de Indias, de Cuba a Sevilla o Cádiz, sólo dos veces la Flota cayó en manos de esos redistribuidores de la plata americana, y no pocos de sus grandes capitanes pagaron con la vida su rapiña.
Aquellos tipos patibularios de garfio, ron, y calavera, que tan bien encarnaba la Hermandad de la Costa -el primer sindicato caribeño de la historia- y de los que hizo balance victoriano La isla del Tesoro, hoy forman una profesión industrializada, que se nutre de desechos de guerra, como los yihadistas lo hicieron con el conflicto afgano. Las guerras balcánicas, la semidesmovilización de alguna Marina del Este europeo u otras venidas a menos como la británica, así como la jubilación de ex mercenarios varios, han liberado un personal que presta su potencia de fuego a pescadores artesanales que en temporada baja se dedican a extraer un bárbaro corretaje de naos que faenan o surcan por placer aguas en las que hace siglos portugueses y otomanos disputaban la ruta de las Indias.
Incluso hay náufragos ideológicos que ven con mirada cómplice lo que consideran un peaje que el Tercer Mundo cobra al Primero, como las ayudas de las naciones receptoras de inmigrantes a los países que se supone que han de impedirles salir en pateras. La piratería está de vuelta, pero ya sin los caracteres de Long John Silver o Jim Hawkins; como profesión renovada de asesinos del mar.
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