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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por sus obras

El nuevo Gobierno refleja el estilo y valores de su presidente; pero será juzgado por su eficacia

Al presidente Zapatero no le falta audacia. Su nuevo Gobierno bate récords: paridad reforzada, con más ministras que ministros, primera mujer al frente de Defensa, un ministerio específicamente dedicado a la Igualdad encabezado por la ministra más joven de la historia de España... Todo ello es significativo en sí mismo, muy del gusto de un presidente que adora enviar señales al auditorio. Pero la valoración definitiva de la apuesta dependerá del acierto de los elegidos en la gestión de sus departamentos.

Porque si bien, como dijo Zapatero, es importante predicar con el ejemplo, y él lo ha hecho de entrada, queda lo principal: que los hechos avalen la idoneidad de la elección en función de las prioridades de la legislatura. La primera es la economía. Sigue Solbes, reforzado políticamente y ante la ciudadanía tras su debate con Manuel Pizarro. Tendrá que hacer frente a los efectos de la crisis, como en parte ya lo hizo en los noventa con Felipe González. Pero se incorpora Miguel Sebastián, un número dos vocacional que ahora pasa a primer plano como nuevo hombre fuerte del Ejecutivo. En él, reforzado por dos ministras de su confianza, Cristina Garmendia (Ciencia e Innovación) y Beatriz Corredor (Vivienda), ha depositado Zapatero la responsabilidad de hacer compatibles las medidas anticrisis con el impulso de un nuevo modelo de crecimiento con más valor añadido y basado en el conocimiento. Eso explicaría la sorprendente segregación de Universidades de Educación: capital humano y capital tecnológico en un departamento nuevo al frente del cual sitúa a una científica dedicada a la empresa.

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Las otras prioridades de Zapatero, según sus palabras de ayer, son las políticas medioambientales, que se incorporan al departamento de Agricultura, en el que sigue Elena Espinosa, y las de igualdad entre hombres y mujeres, para el que se crea un ministerio que proyectará su actividad en temas como el empleo y la aplicación de las leyes de igualdad y contra la violencia machista.

El presidente tuvo interés en exhibir como prueba de su preocupación en este asunto su decisión de reforzar la paridad de su Gobierno. En esa dirección, el nombramiento más llamativo es el de Chacón en Defensa. Se trata de que se considere normal algo que ya lo es en otros países, vino a decir Zapatero. La apuesta es muy arriesgada, probablemente la más aventurada del nuevo gabinete, dada la escasísima experiencia de gestión de Chacón. Sólo el tiempo dirá si ha sido acertada.

A cambio, la continuidad prima en el núcleo duro del Gobierno, con Fernández de la Vega, Solbes, Moratinos y Rubalcaba en sus puestos. La salida de Caldera, responsable del programa electoral y con un buen desempeño como ministro, sí supone una sorpresa considerable. Alfredo Pérez Rubalcaba ha aceptado seguir en Interior tras una gran presión por parte de Zapatero. El tiempo que esté en el cargo, por tanto, es una duda. Bermejo (Justicia) y Álvarez (Fomento) siguen, pese al fuerte desgaste de ambos.

Zapatero no dijo nada de la política de comunicación, uno de los puntos débiles de su Gobierno estos años. Fernández de la Vega, eficaz en otras responsabilidades, no lo es tanto en ésa. Y la presencia mediática de José Blanco en nombre del partido socialista no remedia el problema. En cualquier caso, el Gobierno nace con un horizonte de renovación en 2010, año marcado por la presidencia española de la Unión Europea. Zapatero también calcula que para entonces lo peor de la crisis económica habrá pasado. La idea de esperar a esa fecha para renovar a fondo las estructuras del Gobierno y conformar un Ejecutivo acorde con las necesidades del siglo XXI conlleva un doble peligro: dos años es poco tiempo para actuar, pero toda una eternidad para esperar.

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