El Jordán de CiU
Nunca, desde Heráclito, un río había merecido tanta metáfora: "broma de mal gusto", "puñalada al tripartito", "huida hacia adelante" o "garantía de paz". Y es que el Ródano, después de abastecer las calmas y suizas aguas del lago Leman, refrigerar las centrales nucleares de Pierrelatte, Tricastin y Cruas, y recorrer 812 kilómetros hasta Marsella está condenado a no dormir en paz. Por lo menos, en España da mucho que hablar.
El Ródano se ha convertido en Cataluña en la pancarta reivindicativa que esgrime Convergència i Unió contra el tripartito. Los nacionalistas quieren evidenciar que lo que el Ejecutivo de José Montilla se niega incluso a considerar (el trasvase de agua desde Francia), es objeto de compromiso de análisis por el Gobierno central. Y para ello muestran el ejemplo de lo expresado en el debate de investidura por José Luis Rodríguez Zapatero. Eso -más el anuncio de la inminente publicación de las balanzas fiscales- le valió al PSOE que CiU pasará del no a la abstención. Un simple "compromiso de estudio" ha servido para que CiU libere un viejo fantasma: el Ródano como paradigma de sus soluciones trasvasistas, la penitencia que lava el pecado original del Ebro, el Jordán de CiU. Además, con la virtud añadida de simular relaciones directas entre un Estado, Francia, y Cataluña.
Jordi Pujol fue elegido presidente de la Generalitat en 1999 con los votos del PP y gracias a aceptar dos cosas: el Plan Hidrológico Nacional y comprometerse a no reformar el Estatuto catalán. El peso de los votos populares hizo que CiU guardara en las más altas estanterías del olvido su furor nacionalista y su voluntad de llevar a Cataluña esa agua nacida en el norte noble y culto que glosó el poeta Espriu.
Por eso la sequía en Cataluña ha desenterrado oxidadas hachas de guerra sin atender a razones. CiU quiere redimir sus viejos pecados y el tripartito no está dispuesto a facilitarle la absolución. El Ródano no sirve para paliar
la sed que el área metropolitana de Barcelona, de no mediar lluvias, padecerá el próximo otoño. El trasvase, que costaría 1.270 millones de euros (10 veces más que el del Ebro), tardaría entre 7 y 15 años.
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