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"No pensé que los niños iban a correr"

El acusado de atropellar y matar a dos menores en Bilbao niega que se distrajese al volante - El fiscal mantiene su petición de tres años de cárcel

Rubén Rodríguez, el joven de 25 años que atropelló mortalmente a dos niños en Bilbao en enero de 2006, aseguró ayer en el juicio por esta causa que sólo vió a los pequeños cuando les embistió con su vehículo. "No pensaba que fueran a salir corriendo", sostuvo en sus primeras declaraciones públicas sobre el accidente. La Audiencia de Vizcaya dejó ayer la causa vista para sentencia.

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La sesión judicial reflejó la tragedia que se vivió aquel 3 de enero de 2006, cuando Aitor y Oihane A. fueron atropellados al cruzar en el barrio de Basurto un paso peatonal sin semáforo, que fue colocado diez días después tras la presión social. El padre de los pequeños declaró tras un biombo para no tener que ver al acusado. La madre ni siquiera acudió a la vista.

En tratamiento psiquiátrico desde el siniestro, Rodríguez no pudo reprimir las lágrimas cuando declaró. "Estoy muy mal. He intentado contactar con los padres. Les escribí una carta para desahogarme y pedirles perdón", señaló.

El joven trabajaba como repartidor de una pescadería y aquel día gris circulaba por la Avenida de Montevideo, que tras lo sucedido ha aumentado considerablemente su seguridad: además de los semáforos, se colocó en la calzada una señal limitando la velocidad y unos pequeños badenes. En la vía, de dos carriles, Rodríguez conducía por el de la izquierda mientras en el otro se hallaban varios vehículos que habían parado ante el paso de cebra. El primero de ellos, una furgoneta grande, le impidió ver que los dos pequeños habían empezado a cruzar con su padre y su hermana. Su madre iba algo más adelantada. "Me dí cuenta cuando los atropellé", reconoció. El repartidor, quien pasó buena parte del juicio recostado hacia adelante y con las manos cruzadas, negó que dejase de prestar atención al volante, pese a que dos señales le advertían de la presencia de un paso de cebra. "Iba atento a todo, pero no soy un robot. No pensaba que me iban a salir corriendo unos niños", apuntó.

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El padre de los menores ofreció con entereza su versión de los hechos. Dijo que sólo pudo "tirar" de su hija mayor "para atrás", mientras que Aitor y Oihane seguían andando y eran arrollados. "No hubo frenada y el coche iba rápido", precisó.

El conductor de la furgoneta parada en el carril derecho, Alfredo Hernández, testificó que intentó avisarles con bocinazos cuando vio por el retrovisor que se acercaba la furgoneta de Rodríguez, "pero los chavales se lanzaron".

La vista se centró en analizar la velocidad a la que circulaba el imputado. En la zona no quedaron rastros de frenada. Los policías que realizaron el atestado calcularon que iba a 62 km/h en un tramo con una limitación de 50 km/h. Coincidieron en achacar el siniestro a la desatención del conductor y la velocidad, pero admitieron que el semáforo colocado más adelante, en aquel momento en verde, "podía inducir al error".

El perito de la defensa, el ingeniero José Urkiola, descalificó el informe policial y aseguró que el imputado circulaba en el momento del siniestro a poco más de 50 km/h. Según sus cálculos, vio a los peatones a 13,15 metros, "por lo que el accidente era inevitable".

El fiscal mantuvo su acusación por homicidio imprudente, por la que reclama para el joven tres años de cárcel. "No estuvo atento y su obrar fue defectuoso", destacó. Kepa Landa, abogado de la familia, que pide cuatro años de prisión, apuntó que el imputado "no hizo nada" para evitar el impacto y lamentó que no hayan sido inculpados el Ayuntamiento y la Diputación de Vizcaya, que "posiblemente tengan tanta culpa como el conductor" al tardar siete años en colocar el semáforo. La defensa, que pide la libre absolución, atribuyó el siniestro a la "señalización confusa".

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