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Quiroga: seis generaciones de convivencia e integración

Albañiles, barrenderos, guardias de seguridad, empresarios... De todo hay entre la colectividad gitana del barrio de O Toucedo en el municipio lucense de Quiroga, donde 11 familias, con unos 50 miembros, se encuentran perfectamente integradas y ya van por la sexta generación. Son los Romero Borja que llegaron a Quiroga, en fecha difícil de precisar y decidieron asentarse en este municipio de viñedos y olivos. Desde entonces "nunca dieron problemas", remarca su alcalde, el popular Julio Álvarez, una persona a la que los Romero se sienten "profundamente agradecidos".

Todos los que tienen edad se han escolarizado, aunque la tradición de casarse jóvenes les impide prolongar los estudios todo lo que sería deseable. Ramón Romero tiene 33 años y una niña de doce, que, dice orgulloso, "el próximo curso irá al instituto". Él no pudo hacerlo, dejó los estudios en sexto de EGB y ahora se arrepiente: "Me duele no haber completado los estudios, pero los apurillos económicos también me abocaron a buscarme la vida desde muy joven", relata este empleado del servicio de limpieza municipal.

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Las expresiones de Ramón y su acento no delatan su procedencia gitana. La explicación es fácil: "Nos hemos criado entre los payos y eso se pega". Mientras tanto, convive en Quiroga "sin ningún problema" y se niega a profundizar sobre la conflictividad desatada en otros puntos de Galicia. En Quiroga fueron los propios vecinos del pueblo quienes les ayudaron a levantar las 11 casas en las que viven ahora después de que un incendio arrasase su anterior asentamiento.

Bodas en el pabellón

"Le hemos facilitado cursos de albañilería, electricidad y jardinería a través de un programa de la UE. Luego, las prácticas fueron reales en sus propios edificios y así fueron levantando sus viviendas", afirma el alcalde, orgulloso de la integración. " Hace cinco años vino otra familia que eran parientes de los de aquí, y que perturbó la convivencia. Fueron ellos mismos quienes les dieron 24 horas para que se marchasen", asegura el regidor.

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Son evangelistas y no tienen problema en disponer del pabellón para celebrar sus bodas, a las que están invitados el alcalde y la Guardia Civil, o del auditorio para otro tipo de celebraciones. "A la hora que les dices se van y lo dejan todo limpio", enfatiza Álvarez.

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