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Prismáticos y agujetas en el 'Motín de Aranjuez'

La marea humana que ayer salía del metro de Ópera desde las siete de la tarde hacía temer lo peor: overbooking en la representación del Motín de Aranjuez que se celebraba dos horas después con motivo del bicentenario de la Guerra de Independencia. Los primeros en llegar fueron los abuelos, que rápidamente colonizaron las 1.600 sillas para el público general. Otras 810 estaban reservadas para las autoridades, entre ellas la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, representantes socialistas, diplomáticos y alcaldes. El gran ausente fue el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien declinó la invitación.

Otros 4.000 espectadores, según la organización, tuvieron menos suerte: no tenían silla y tampoco había pantallas donde seguir la obra. Algunos expresaban su malestar y se identificaban con la escena. "Deberíamos amotinarnos, saltar las vallas y sentarnos en el suelo, allí se verá más cómodo", comentaban los más cercanos a la fachada del Palacio Real.

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