El rechazo a gitanos pone en pie de guerra a varias localidades gallegas
Escalada violenta en las manifestaciones contra el realojo de chabolistas en pisos
Desde principios de año, en Galicia, una comunidad donde viven 10.000 gitanos, 3.000 en chabolas, crece la psicosis del realojo. La existencia de varias barriadas que están siendo desmanteladas, el fallido intento, por parte de la Xunta, de integración de tres familias en un barrio de Pontevedra y las manifestaciones diarias de los payos en algunos municipios de la zona ha extendido la fobia de sur a norte, y ahora también se organizan protestas con barricadas, cada vez más tensas, en la ciudad de A Coruña. Allí ni siquiera ha habido realojo. El temor y la sospecha han hecho que los vecinos de un barrio joven se echen a la calle contra la posibilidad de llegar a compartir rellano con alguna familia gitana. Eso sí, tanto en los municipios de Pontevedra afectados (Poio, Ponte Caldelas y Pontevedra) como en A Coruña, los payos insisten en que el suyo no es un problema de racismo, sino de rechazo a los "supermercados de la droga".
Al alcalde de Poio le rajaron las ruedas y tuvo que ser escoltado por agentes
La tensión es tal que la Xunta de Galicia se ha visto obligada a tomar medidas. Ayer, el vicepresidente, Anxo Quintana, lanzó una propuesta a los alcaldes: crear poblados de transición, "con una unidad policial permanente", en los que los gitanos participarían en programas de integración para luego ser realojados en distintos barrios, pero nunca en grupo, sino dispersos.
La escalada de tensión preludiaba un desenlace como el del martes en Poio. Eran casi las 12 de la noche, dos horas después de terminar el pleno, cuando el alcalde, Luciano Sobral (BNG), responsable del realojo de cinco familias gitanas del poblado chabolista de O Vao, salía del Ayuntamiento escoltado por 10 guardias civiles. 50 manifestantes habían accedido al pleno mientras, fuera, un centenar de residentes de Pontevedra y Ponte Caldelas, los municipios afectados por el polémico proceso, gritaban consignas contra la droga y el regidor nacionalista.
A su salida, parte de la muchedumbre se arremolinó en torno a él sin que los agentes pudieran mantener la distancia de seguridad. Hubo insultos y se vio más de un puño sobrevolando la cabeza de Sobral, que tuvo que recorrer así 200 metros hasta llegar a su vehículo, al que habían rajado las cuatro ruedas y rayado con saña la carrocería. La Guardia Civil lo llevó a su casa, en el día "más difícil", tras 12 años, de su trayectoria política.
Desde que tres familias se instalaron en el barrio pontevedrés de Monte Porreiro, a principios de febrero, el vecindario realizó movilizaciones casi diarias a la puerta de sus casas, reventó la cerradura del portal y les obligó a ausentarse durante el día. Los gitanos sólo se atrevían a volver a casa a medianoche. El gobierno municipal de Pontevedra (BNG y PSOE) contribuyó cortando el suministro de agua y prohibiendo a los inquilinos pintar sus pisos destartalados, deshabitados desde hacía 20 años. La campaña de hostigamiento consiguió que los gitanos abandonasen el barrio mes y medio después de instalarse. Algunos han vuelto al poblado marginal.
Durante más de dos décadas, A Coruña dejó crecer con indiferencia el poblado de chabolas más grande de Galicia, Penamoa. A un kilómetro del centro, 500 personas viven en una barriada con aspecto de inmenso vertedero. Es uno de los principales supermercados de la droga. Su erradicación, obligada antes de fin de año por la construcción de un vial, ha disparado las alarmas en tres jóvenes barrios periféricos donde se concentra la edificación de vivienda nueva. El miedo al realojo de familias de Penamoa, alentado por rumores, ha llevado a miles de vecinos a unirse, con estrategias casi de guerrillas, para prevenir cualquier intento del Ayuntamiento de buscar la integración social de chabolistas.
Los vecinos de Novo Mesoiro, una zona nueva con muchas viviendas sociales, lideran esta guerra preventiva. Organizados a través de un muy activo blog, protagonizan desde hace dos semanas manifestaciones multitudinarias, con cortes de tráfico de varias horas en el centro. Y de nada valen los desmentidos del Gobierno local (PSOE y BNG), que trabaja en el proyecto de un poblado temporal de integración. Sólo unos pocos de los habitantes de la barriada opta por esa solución, mientras que el resto prefiere irse fuera de A Coruña o incluso de Galicia.
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