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Reportaje:

Revuelta en la "ciudad levítica"

Un debate reúne en Santiago a algunos protagonistas del 68 gallego

Xosé María Méndez Domenech, que en el 68 pertenecía a la Alianza Democrática de Estudiantes, colocó la reivindicación sobre la mesa: 40 años después de que el rectorado de la Universidad de Santiago decretase sanción "y prohibición de pisar el recinto" a los cabecillas del movimiento estudiantil, Domenech exigía, divertido, la retirada de la misma. "Estamos aquí de facto, pero de iure, estamos violando una sanción que nunca se derogó". El "aquí" al que se refería fue el coloquio que ayer, en la Facultad de Filosofía de la capital gallega, reunió a Vicente Álvarez Areces, Fermín Bouza, Xesús Sanxoás, Carmen Beltrán y al propio Méndez Domenech para recordar las revueltas que, en 1968, agitaron la "ciudad levítica".

"Me radicalicé tanto que casi me salgo del mapa", recordó Fermín Bouza

"Terminé examinándome en el bar de la facultad de Ciencias; no era recinto", rememoró Álvarez Areces, hoy el socialista que preside el Principado de Asturias y entonces avezado líder comunista, y confirmó la nostalgia que tiñe los actos conmemorativos que salpican Compostela de la mano de la Fundación 10 de Marzo: "Aquellos seis años en Galicia fueron la etapa más fructífera de mi vida".

En ese punto, el de la educación sentimental de una generación, se encontraron los cinco ponentes. Y si Xesús Sanxóas, procedente del galeguismo cultural y con dirección a la UPG, repasó la mitología usual -black power, Che Guevara, plaza de las Tres Culturas-, Carmen Beltrán, hija de militar y profesora jubilada de Literatura, se resumió a sí misma en una frase: "En cuatro años pasé de buena chica de derechas a rojilla, y aunque en aquel momento no tenía una formación política sólida, sí que me impliqué emocionalmente en una lucha justa".

Pero la oratoria apasionada, y profusa en anécdotas, del ahora catedrático de Sociología Fermín Bouza arrancó las risas de un respetable mayormente sesentayochista. "Antes de radicalizarme tanto que casi me salgo del mapa", dijo quien era identificado como pro-chino y lector del Libro Rojo, "ya organizara, por encargo del PC, un homenaje a Miguel Hernández en Orihuela; aquello era disciplina". Bouza rescató la melancolía de la juventud y la imagen de una ciudad, Santiago, más allá de la sotana, y admitió: "Pero al final, primaba el pragmatismo: todos obedecíamos a Vicente [Areces]".

Ricardo Gurriarán moderó el encuentro, coorganizado por la USC. Debido al éxito de público, la muestra sobre el 68 galaico en Fonseca se prolongará una semana.

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